domingo, enero 31, 2016

Crónicas parisinas IV.




Muchas veces, a lo largo del viaje, aprovechaba el mantra de Bueno, tal vez nunca regrese aquí para enfrentarme a una puñalada trapera en algún restaurant. En realidad, solo sucedió un par de veces. La primera, por otra parte, tenía la excusa de que quería aprovechar la terraza parisina a la vera de Notre Dame con el fin de sacar algunas fotos para el proyecto artístico sobre Hitch, del cual daré más detalles en el otro blog. Como muestra, este bodegón con los atributos característicos del personaje y, de fondo, un vasito de vino al indignante precio de 6 pavos. No se pasan demasiado con la comida, como la omelette que pedí, pero respecto a la bebida... 


Enfrente de la catedral se halla la célebre librería Shakespeare and Company, imán de bohemios, literatos, turistas angloparlantes, etc. Yo solo adquirí dos libros durante mi viaje y el primero fue allí, un ejemplar que no solo sirve como souvenir, sino que podrá ser un compañero fiel en mi investigación doctoral. Y me pusieron el sello de la tienda, además. 


Por la tarde estuve en el Parque de Luxemburgo, cuyas fotos las tengo en la cámara y quizá las cuelgue desde Oviedo. Pasé por la Sorbona y por el Panteón de personalidades ilustres. No entré, quizá por no aumentar el kilometraje o porque ya bastante pasta había gastado por entonces. 


Para terminar, me dirigí, pasando el ayuntamiento, al barrio de Marais. Vi el centro Pompidou desde fuera, programando la visita para el lunes al igual que la del Louvre. Mi parada final fue en la Plaza de la República, que se ha convertido en improvisado memorial de los infaustos atentados de noviembre. 



Llegando al ecuador del viaje, como quien dice, en próximas entregas desgranaré la jornada dedicada a museos y el punto de contraste, picante-místico, que supuso el barrio de Montmartre. Llega el momento de recuperar un teclado de verdad...








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