domingo, febrero 28, 2016

Educadores y deseducados.


Este año, yo mismo me he boicoteado para la ceremonia de los Oscar. Nadie me obligó a colgar carteles para impartir clases particulares, pero desde luego que no me arrepiento de haberlo hecho. Al margen del dinero, la experiencia adquirida durante este curso puede resultar indispensable de cara a ganarme la vida en el extranjero en un hipotético futuro. Mañana tendré una o dos, que siempre requieren más atención que cuando, después de trasnochar, podía asistir a alguna clase de la carrera desconectando un poquillo. Sea como fuere, los Oscar no son una condición inexcusable. La profesionalidad, sí. Y la versatilidad que todo profesor debiera tener, como cuando me puse a jugar al fútbol con mi alumno tras la clase. Si es para echar una pachanga, no más sea de cinco minutos, mejor ir descansado.


El invierno no se resigna a dar paso a la primavera, gracias a lo cual puedo disfrutar de estas bellas imágenes. En esta semana, antiguos amigos reaparecen y otras personas, a las que también conocí al comienzo de mi estancia, deciden borrarse recurriendo a la ignorancia. La ignorancia, como la nieve en estos montes, todo lo cubre. Lo sorprendente, o no, es que muchos de los prejuicios e injustificados reproches que he soportado allí vengan de gente que también ha estudiado Filología. ¿Dónde quedó el compañerismo? Por mi parte, yo no me distraigo. Siempre hay fuerzas que buscan una parálisis, de forma directa o indirecta, ante lo cual solo queda centrarse y buscar recursos para progresar. Yo los busco y los encuentro, ya es motivo suficiente para el optimismo. Y, respecto a los Oscar de esta noche, no me pierdo gran cosa. La mejor de todas, Carol, ni siquiera nominada a mejor película. Desde lo de Brokeback no veía algo así. 


No hay comentarios: