sábado, abril 30, 2016

Research Matters II.

Finaliza un mes que preferiría olvidar, que preferiría enviar a un agujero negro cósmico; sin embargo, lo terminaré con una nota positiva: ya me he ventilado cien créditos de actividades obligatorias del doctorado. Sesenta de la formación transversal ( y ni uno más, porque no pienso regresar a las jornadas doctorales) y cuarenta de las propias jornadas de nuestro programa, las Research Matters. En estas sí que no me importaría repetir, para ir calibrando la evolución de mi proyecto, así como los de mis compañeras y compañeros. El mío fue defendido el pasado jueves, en la primera mesa de las sesiones, que curiosamente fue la única exclusivamente masculina. Que no se diga, yo la verdad es que ya he aprendido a ver cómo muchos de los tópicos que asociaba con este doctorado, de forma directa e indirecta, se van dinamitando. ¿No es mejor así? Nadie dijo que esto fuera a ser un aburrido y previsible camino trillado. 
Quise buscar un equilibrio, el mayor equilibrio posible en los cinco minutos de que disponía, entre las preguntas que debía responder y cierto tono personal. Creo que lo conseguí, al menos a la coordinadora del programa le gustó y, si a ella le parece bien, pues entonces ya puedo estar contento. La próxima embestida será a mediados de julio con la comisión de seguimiento. No me produce especial inquietud. Al margen de algunos errores propios y de problemas que yo no he podido controlar, el ritmo del doctorado no va tan flojeras. Hay una clase de incertidumbre que me molesta, y que no debí soportar ni en la carrera ni en el máster. Allí hacías el examen: aprobado o suspenso; entregabas el trabajo, muy mal tenía que estar para que suspendieras. Ahora, dependo del capricho de terceras personas a las que ni siquiera conozco. A la hora de enviar un proyecto de artículo o de comunicación, al margen de su calidad intrínseca, corres el riesgo de quedar fuera si no encaja demasiado con lo que buscan, o por otros motivos. Eso me pasó el propio jueves, después de las jornadas. Me respondieron de una revista queer que, por muy queer que fuera, había rechazado mi propuesta por el gran número de competidoras y porque no concordaba del todo con lo que buscaban. Eso sí, las gallinas que entran por las que salen. Coincidí con Alejandro, compañero y organizador del simposio de Santander, ese al que no asistí por tener el cerebro licuado aquellos días. La ponencia que no di se convertirá en un artículo para el boletín de la asociación, así que no todo ha sido esfuerzo baldío. La semana que viene deben contestarme de un congreso en Oxford. Dudo mucho que la respuesta vaya a ser positiva, aunque cosas más raras he visto. 
En suma, estos tributos bolonios de congresos y artículos es que lo debo pagar, aparte de redactar la tesis en sí. Coincidí, brevemente, con mi directora y la tutoría ya está más cerca. Ella también tiene problemas en su entorno, pero cree que estos baches son algo muy natural dentro de un proyecto a gran escala como el presente. Ella alberga bastante más experiencia que yo a ese respecto, por lo que la motivación está lejos de agotarse. El martes es el examen de Francés. El profesor nos dijo, al petit comité de fieles a su clase, que con lo puesto ya podríamos aprobarlo. Imagino que sí, de todos modos repasaré durante este puente para hacerlo dignamente. Sin aspirar a la, ejem, excelencia. No es el momento. Yo solo quería bautizarme en el idioma, lo he hecho con creces. Que el florido mayo nos rescate de esta, la hora más oscura. 

1 comentario:

claudine dijo...

Sí, Tis, hay que seguir adelante, para mi ha sido un día difdícil con exam de grammaire...
nos vemos pronto!