lunes, noviembre 12, 2007

REGRESO A PONFERRADA: PARTE 1.

Para tener un buen retorno a la capital berciana, decidí zambullirme en el relato de una de sus más ilustres viajeras y además precursora de la literatura en la región leonesa, esa Egeria de quien ya he hablado aquí y que no tiene mucho que ver con la Eteria de los Abrasadores. Ella llevó a cabo una peregrinación desde la antigua provincia romana de Gaellicia, o algo así, hasta Jerusalén y los Santos Lugares, una odisea formidable para una mujer en aquella época, de la cual pensé que podría sacarse una buena película. Aunque el libro parece inadaptable, y además es una sucesión de escenas religiosas, pero eso no es reto que me asuste, en comparación con el que tuvo que afrontar ella para escribirlo.




Para llegar, tuve la suerte de poder hacerlo en una furgoneta del LAE que me dejó en la puerta del campus, evitándome la empinada cuesta que tantos sudores me provocó en el pasado. Gracias a Rafa por su servicio. ¡Helo aquí! Este edificio era un antiguo hospital, y aún sigue conservando la forma, y algunos trastornos psiquiátricos en sus habitantes. Nada más entrar, me encontré a un grupillo reunido donde antaño solían estar los de Cine, no se a qué carrera estarían adscritos, solo que estaban imitando al Rey y a Hugo Chávez. Me fui derecho al mostrador para reclamar el motivo de mi llegada. Qué iluso fui. Recordaba que, en el Albéitar, los títulos universitarios te los entregan con una elegante carpeta verde. ¿Os creéis que en una carrera en la que se pagaba 4000 euros de matrícula y sin embargo no te regalaban nada, iban a tener este detalle final? No, por Libia. Me lo entregaron enrollado como si fuera un canuto. Maldiciendo por última vez esa codicia, que me llevaría al inútil gasto de un tubo de transporte, me acerqué a comprobar si era cierto que Cinematografía había desaparecido por completo. ¡Pues no!




He aquí la prueba, estos son los horarios de Segundo y Tercero de CAV. Aún quedan un par de promociones antes del cataclismo, y además los restos del naufragio se están reorganizando en forma de módulos de FP. Así que, ahora que al fin lo he investigado por mi propia cuenta, compruebo que aún queda un último estertor, y subí a la quinta planta para ver que, en efecto, allí seguían dando las clases teóricas de cada especialidad. Lo que sí habían cambiado era el ascensor, menudo descojono. Era de esos que hablan, y además lo hacía con una voz femenina de fuerte acento hispano, con frases como Puerta se sierra, Puerta se abre, Piso sero. Menos mal que en Ponferrada no tienen Filología Hispánica como para escuchar semejantes patadas al idioma.



Los estudiantes no tuvimos cafetería en el Campus hasta Tercero, pero cuando al fin llegó yo la aproveché todo lo que pude. Aparte del menú del día, para tomarme bocadillos vegetales como ese que véis en la foto, junto al título tó enrollao, el libro de Egeria y la Coca necesaria para despertar y afrontar, una vez terminada la fase de ex-alumno, la de turista. Delicioso menú, y por menos de tres euros.



Tiempo atrás, un grupo de visionarios decicieron otorgar a Ponferrada el título de Ciudad del Cine. De aquel deseo, perviven el Festival de Cine, los Multicines La Dehesa, la Escuela de Cine (por dos años) y, eso de ahí arriba, el Monumento al Cine, que pese a su apariencia no es una atracción del Port Aventura. Si creéis que es feo, pensad que en León tenemos estatuas peores. ¿Por qué el asesino del Cojonazos no se estampó contra un vomitivo grupo escultórico de la calle Burgo Nuevo? Es un monumento a la familia tradicional, menudo gol que le colaron al amigo Amilivia, y lo de tradicional lo supongo porque uno de sus tres miembros es una especie de rectángulo con tetas. De todos modos, en comparación con el par de mamotretos que os voy a enseñar a continuación, esto es arte puro.




Mamotreto Number One: el alcalde de Ponferrada tiene suerte. Por muy mal que lo haga, es imposible que sea peor que el anterior. Riete tú del escándalo de la gomina, aquel hombre envió, espero que al menos fuera de su bolsillo, una carta más extensa que la de los Corintios la cual podría llevar este título: Yo no acoso. Sin embargo, ¿qué coño es eso de ahí arriba? ¿Una televisión gigante que solo pone anuncios? ¿Cómo pueden prostituir la belleza natural del parque del Plantío con una mierda como esa? Bueno, bueno, ojito, que también tiene labor informativo. Creo que no podéis leerlo, pero debajo de ese culo de mujer hay una línea roja que pone ATENCIÓN TRÁFICO: CORTADO ACCESO, y ahí se corta la frase, lo cual, ahora que estudio Lingüística, me gustaría elucubrar sobre cuál puede ser la relación entre la imagen y el mensaje. ¿Cortado el acceso por detrás? ¿El acceso de vía estrecha, el de vía ancha, los dos? Cualquier día vamos a tener una desgracia, imaginemos que el conductor del camión se queda mirando las trabajadas nalgas y pierde el control, estampándose contra algún jubilado que salga de pasear. Yo ya lo advierto.



Mamotreto Numer Two: Si el bocata vegetal pudo funcionar a modo de magdalena de Proust haciéndome regresar al pasado, esta visión me llevó de vuelto no a Ponferrada, sino a Madrid. ¿Pero qué pinta esa torre ahí? ¿Acaso van a meter a toda la población de la ciudad a vivir allí? En fin, vamos a ver cosas más bonitas, que realmente las tiene.








Vaya cambio, ¿eh? Este es el puente sobre el río Sil, y aquí comienza la saga de los Abrasadores, por eso la foto estaba más que cantada. Al fondo, el castillo de los Templarios, al cual en esta ocasión no entré, pero sí estuve por sus laderas haciendo un poco el cabra. Así que, como sea que hay que estudiar, precisamente, Latín, aquí el caballero templario de abajo y yo os decimos adiós hasta la próxima parte. Que Egeria os guíe en vuestros viajes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ja ja ja... solo decir k me ha encantado esta ENTRADA...

LINEA FAVORITA:

"No, por LIBIA"

We are getting places.

OLI

Anónimo dijo...

Sierra puerta, piso sero....No es una patada al idioma...La grabación está realizada por una señorita de uno de los tantos sitios en que se sesea el castellano. Cualquier estudiante de filología lo sabría y no sería tan necio de pensar que la única forma de nuestro idioma es la castiza.