domingo, noviembre 23, 2008

Hasta nunca, Inferno.

Supongo que este nombre no os dice nada pero... ¿Y si añado que bajo este término se travestía las noches del fin de semana la discoteca madrileña La Riviera? Ajá. Estos políticos, ya se sabe, siempre haciendo las cosas a toro pasado. Yo no me dejé la vida en el clausurado local, pero en los aledaños estuve a punto. Y todo, entre otros factores, gracias a la amable intermediación de los porteros.
Y no es que que quiera yo generalizar con ese oficio, tan mal agradecido, pero al menos esa noche me quedaron claras unas cuantas cosas; no hay mal que por bien no venga. En primer lugar, que mi deseo era regresar cuanto menos mejor a antros de ese calibre. Y mucho menos cuando celebre mi cumpleaños. Sí estoy de acuerdo en que los porteros debieran estar para garantizar la seguridad y no para amenazarla. Yo, hace una semana, me contuve para no sacar mi agresividad ante un claro ejemplo de acoso sexual en un garito decadente (que no conocía, of course). Anda que si llega a ser otro... Por fortuna, la mayoría de las personas salen a divertirse, tal y como hice yo ayer de muy buen rollo.
Lo siento por quienes fueran allí a ver conciertos, pero hasta nunca Riviera (y eso aunque vuelvan a abrirla)

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