jueves, noviembre 20, 2008

Generación Teta.

Salía hace poco en el telediario la noticia de un plan para frenar el abandono escolar en nuestro país. La ilustraban, entre otros segmentos, llevando la cámara hasta un centro de Formación Profesional. Uno de los chavales se justificaba diciendo que en esas clases había más acción, más movimiento; en resumen, mucho menos aburrido que ponerse a leer un libro en clase. Por Libia, tiene toda la razón. El matiz es que el aburrimiento es muy relativo. A él le aburriría desmenuzar el argumento de Edipo Rey, tal cual hemos hecho hoy; a mí me aburriría, aparte de que me llevo muy mal con las máquinas, hacer piezas de coche como ellos, por otro lado un negocio en bastante declive.
La ministra de Educación (esa que tiene el pelo como Zerolo; no hablaré de la ministra fashion bajo cuya malhadada competencia están las universidades) pretende que quinientos mil alumnos regresen al cole para alcanzar el carro de Europa. ¿Querrán ellos? Yo lo tengo claro, que vaya quien quiera. Pero que vaya motivado. No tiene sentido forzar a personas que luego solo van a entorpecer, por no decir otra cosa, la clase. Eso es como cuando a mí me obligaron a seguir cursando Matemáticas más allá de sumar, restar y multiplicar, que es lo único que se me ha quedado (me olvidé de dividir, pero para eso está la calculadora) Si de verdad quieren alcanzar a otros países europeos, primero que cambien la mentalidad de la nación en sí...
Pero bueno, a falta de conocimiento uno siempre puede centrarse en el exterior. Como la polvareda que ha levantado la disco Pachá en Valencia anunciando el sorteo de una operación de aumento de pecho en una fiesta. Al final lo retiraron, pero es que era publicidad engañosa. No eran 4.500 euros para poner más tetas, sino de cirugía estética en general. Y lo de poner el título de Homenaje a la mujer tampoco es muy lúcido. Yo no me considero feminista (ni machista), pero hombre, digo yo que hay mejores maneras de homenajear a la mujer que exaltando sus pechos. Quizá todo esto sea una consecuencia indirecta del éxito de Sin tetas no hay paraíso.
Por lo que a mí respecta, hago propio la variante que lanzó un escritor hace unos días: Sin letras no hay paraíso. Para tetas ya tengo yo las mías, que según me han dicho son tan grandes o más como las de algunas féminas...

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