miércoles, febrero 18, 2009

Ceguera moral.


Ni siquiera en semanas tan ocupadas como esta quiero perder el placer de un poco de buen cine. Anoche le tocó el turno a una película que aún no se ha estrenado aquí: A ciegas, horrorosa, una vez más, traducción del original Blindness (Ceguera) Está basada en la novela Ensayo sobre la ceguera de José Saramago.

Confieso que yo no he leído nada sobre esa tal Sara Mago, pero sí que tengo esa novela en casa. La estuve ojeando y me pareció, en principio, infumable: inserta los diálogos de manera indirecta, sin acotaciones, no está dividida en capítulos y apenas tiene puntos y apartes. ¿Será para reflejar la opresión de la ceguera? Ahora que he visto su adaptación quizá me atreva a hincarla el diente.

Como su mismo nombre indica, Blindness comienza cuando un ciudadano de repente se queda ciego, sin motivo aparente, y su enfermedad se va contagiando como un virus, provocando el caos y haciendo que las autoridades encierren a los ciegos en campos de concentración que sacarán lo peor de la condición humana de algunos de esos grupos. No tengo el ánimo de ponerme muy profundo, pero sería como una metáfora universal (de hecho, los personajes no tienen nombre propio) sobre la ceguera no ya física, sino del alma, entendida esta de forma simbólica ya que no cristiana. Tiene escenas bastante duras de ver, y otras muy hermosas. La batuta la lleva Fernando Meirelles (Ciudad de Dios, El jardinero fiel) Y dentro del multiétnico y heterogéneo reparto, destacan un inquietante Gael García Bernal como el villano de la función, y sobre todo Julianne Moore en el personaje principal. Es una de mis actrices favoritas, por la que puedo tragarme cualquier peñazo como Savage Grace (bueno, en este caso el morbo también ayudó bastante) Ella tiene una fuerza, una presencia en pantalla que le permite lidiar con todo tipo de dramones, aunque también haya hecho escapismo como la segunda entrega de los tiranosaurios y compañía del Jurásico. Aquí borda una heroína que guía, cual Mesías femenino, a los ciegos porque solo ella ha podido conservar la vista. Tierna cuando ha de ser tierna, dura cuando las circunstancias lo requieren, este personaje, Mujer del Doctor a secas, quedará para mi recuerdo como el de Lejos del cielo o, sobre todo, el de Las horas con su confesión final, tan breve como lapidaria: Era la muerte... Escogí la vida. Ahora que al fin se acuerdan de Kate Winslet, espero que la próxima sea ella. ¡Por Libia!

Las películas de los Oscar, como de costumbre, supongo que las veré a posteriori, a excepción de Milk. Me la suda, creo que este año será todo bastante previsible, así que no me pierdo nada por no ver la gala aunque, tal vez, la escuche. Si me dejan, puede que os mande una crónica desde algún ciberlocutorio mañico...

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