martes, febrero 24, 2009

CRÓNICAS MAÑAS.

Aquí tenemos al abrasador luchando contra las fuerzas de la naturaleza, el cierzo de Zaragoza, en un embarcadero sobre el Ebro.
24/2/09
Nunca se debe mirar a una persona que duerme. Es como si abriéramos una carta que no ha sido dirigida a nosotros.


Sacha Guitry.

Este viaje, como me advirtió de forma lúcida un buen amigo, ha tenido buenos y malos momentos. Como siempre, recordaré solo los primeros y trataré de enmendar los segundos, como sea que confío en que esta no sea mi única crónica maña. Eso sí, la presente será somera porque la escribo en el interludio antes de otro viaje.

Ahora me hallo escribiendo entre el traqueteo del tren Alvia. En mi ingenuidad, pensé que por ir en clase Preferente me darían alguna consumición. Veo que no, al menos se está más cómodo. He estado leyendo a Petrarca y algunos periódicos con reportajes sobre los Oscar, que yo escuché en directo. Pero ordenemos bien la fábula...

El sábado por la noche fue la fiesta de disfraces en casa de Jota, mi amigo y anfitrión. Él y yo formamos una pareja peculiar. Ya visteis mi disfraz, pero él no fue de princesita Disney, sino moderna (todo el mundo le gritaba ¡Letizia, Letizia!) Pese al desfase temporal, estuvo bien. De la party me quedo con el psicoanálisis al que me sometió, desde un freudiano sillón, un adolescente al que vi como el espejo de lo que yo podría haber sido (y, creo que por fortuna, no fui) Eso sí, no le gustó mi pipa. Quizá es que no la chupaba del modo adecuado... Luego cogimos el búho, gratuito allí, y nos fuimos de fiesta hasta que regresamos con unos cuantos acoplados, algunos bastante tontos. Si encuentro alguna foto de la noche que no sea muy degenerada, la colgaré otro día.

Ni que decir tiene que el domingo estábamos amomiados (voy a proponer a Salvador Gutiérrez este adjetivo para el diccionario de la RAE, creación de un buen amigo suyo) Para conseguir escuchar los Oscar tuve que dormir algunas horas antes de la gala. Mi avispado organismo se despertó a las dos, y los Oscar comenzaron a y media. Los escuché por RNE, vía móvil. Se me hizo muy ameno, y no me dormí pese a estar acostado. El primero fue el de Pé, y me alegré como español y por ser lo mejor de la película. Pero para felicidad, la que me dió la única sorpresa de la noche: Sean Penn ganando a última hora a Mickey Rourke y arremetiendo contra la prohibición del matrimonio gay en su discurso. ¡Lo conseguimos, Paconcio! Ahora ya solo queda saber cómo descargarme la gala...

Ayer, con resaca pero solo de los premios, iniciamos el periplo turístico en sí. Primero el Pilar, claro. De allí tengo el único souvenir, una cinta de la medida de la Virgen que es tradición regalar (que yo no crea en su poder no quiere decir que a quien se la ofrezca tampoco lo haga) Luego al teatro romano, el puente de los leones, la ribera del Ebro, etc. Comimos de tapeo, pero no como en León; puede que el búho sea gratis, pero las tapas no.

Por la tarde, fuimos a la sede de Magenta, donde nos esperaba Pixu. Aquí tenéis una foto de ellos dos allí, intercambiándose (nunca mejor dicho) los papeles:


Dejamos a la srta. Bueno currando y, mientras la esperábamos, nos dedicamos a algo más lúdico, jugar a la Oca; gané 12-8, conste que yo prefería el parchís. Ella llegó más tarde, con el resto de troupe de Magenta. El cónclave se disolvió pasado un rato, y Jota y yo aún paramos en un bar de camino a casa, donde esperaban otro par de colegas. Un buen sitio de música rockerilla.

Poco más he de añadir. Mi valoración es positiva, y si ha habido algún reparo en su mayor parte ya lo habría previsto. Como el que, al ser un viaje tan condensado, el cansancio me pasó un poco de factura, creando un mal humor que a veces puede interpretarse mal. Pero no se olvide que no deja de ser algo experimental, que no va a salir perfecto en un primer intento. Y ahora a Suecia. Vamos allá, allá vamos. Jai ho!

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