jueves, noviembre 30, 2006
Happy Feet: Reinventando.
Decíamos ayer... Al igual que el terror, la animación es un terreno muy saturado. O recuerdo mal o este año ha debido haber veinte películas de animales parlanchines. Quizá más. Y ninguna llega al nivel de los clásicos Disney del 99 para atrás. No, Pixar no es la solución. Y si no, ved la lamentable Cars.
La solución es reiventar esos viejos tópicos con brío nuevo. Por ejemplo, tres clásicos temas dysneianos: un marginado que triunfa, reconciliación paterno-filial e impacto del homo sapiens en terreno animal. Están tratados de muy buen modo por esta muy agradable sorpresa que no lleva el sello Disney, ni Pixar, ni Dreamworks. Es de, nada menos, el antiguo creador de Mad Max.
Música también, desde luego. Pero no lo que estáis pensando. Las peripecias del pingüino bailarín y su tropa pueden provocar que, hasta a los que no les gusta bailar, como a mí, se nos vayan los pies del suelo. Ya solo falta el típico secundario gracioso, un grupo de pingüinos cubanos quizá emparentados con el cangrejo Sebastián, lo mezclas en una batidora con el típico mensaje ecologista final, no muy estridente, y el cóctel por lo menos a mí me ha resultado refrescante. Vamos, que he disfrutado como un enano.
Y no me podéis llamar infantil, que ya he demostrado que me va el gore. En todo caso podéis llamarme chalado, pero eso no es nada nuevo.
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