martes, abril 28, 2009

Como los demás.


Anoche, quizá por aprovechar la cumbre hispano-francesa, estuve viendo una película del país vecino, Como los demás. Es una comedia de temática homosexual, lo cual ya es algo raro en sí mismo, que trata sobre una pareja estable de gays cuarentones. Uno siente de repente la llamada de la paternidad, mientras que el otro no quiere oír hablar del tema; prefiere seguir viviendo una existencia hedonista, sin preocuparse de su edad (ya se encargará de recordársela algún amante niñato...) Así que se separan y el primero busca una madre de alquiler con los rasgos de Pilar López de Ayala. Ella es una de las triunfadoras de la generación Al salir de clase. No es tan famosa como Elsa Pataky, pero bastante mejor actriz.

En la película se realiza alguna graciosa comparación entre los países vecinos. No respecto a la ropa de Carla Bruni y Leticia Ortiz. No, eso se lo dejamos al papel couché. Me refiero a que uno de los personajes dice: ¡Quién hubiera dicho de un país de beatos como España que acabarían teniendo matrimonio gay y adopción! Pues claro. Cuando las ilustradas tropas francesas nos invadieron, y se dieron de morros contra los curas rurales y el vivan las caenas, jamás se lo hubieran imaginado. Pero son otros tiempos. Cuando el protagonista pretende adoptar, al final la asistente social se da cuenta de su engañifa en una escena a lo Moliere. Por eso yo no me plantearía adoptar, la única persona con criterio para decidir si debo ser padre soy yo mismo...

Se nota demasiado el tono televisivo del filme, puesto que el director proviene de ese mundo y hay una sucesión de enredos, que no os contaré por si queréis verla. No es una gran película pero sí muy interesante, además tiene un final optimista, poco frecuente en un subgénero con esta temática. Yo no es que quiera tirar para mi terreno, pero creo que uno de los dilemas del protagonista es que, sin ser heterosexual reprimido como se dice, es posible que sea un bisexual latente. No sacaré la vieja frase de que todos somos bisexuales, que tanta guerra me ha dado, pero, ¡ay amigo!, si lo pruebas una vez podrás probarlo ciento una. No estaría mal que hiciera el famoso test de Torrellas.

Bueno, pues os dejo porque, precisamente, tengo que comparar una obra de teatro gabacha con una de nuestra patria. Allá vamos, mon dieu, que diría Poirot.

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