miércoles, mayo 20, 2009

Libros impuestos.


La Biblia y el Quijote son, por ese orden, los libros más vendidos en español. Ambos tienen un incuestionable valor, bien por motivos religiosos, bien por motivos literarios, o ambos entremezclados. Sin quitarles el mérito, creo que también comparten la condición de libros impuestos. El caso de la Biblia es relevante. Adorna muchos estantes, pero rara vez es leída. Tampoco es de extrañar. Yo empecé a leerla, pero me di por vencido, como con el Corán. No dudo de que pueda tener calidad literaria en ciertos fragmentos, pero no se lee como una novela, al menos a mí no me lo parece. Y además tiene pasajes que a cualquier persona con sentido común, al margen de su religión, debieran parecerles repugnantes. El motivo de su expansión es obvia. Este país, le pese a quien le pese, cada vez es menos religioso, pero el Vaticano tiene un buen granero en Centro y Sudamérica, en dura pugna con los saltarines evangelistas. Y por no hablar de la pujante comunidad latina de los Estados Unidos, la mitad de la cual está en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo. Tan solo les superan los negros, lo que me parece acojonante; tantos años luchando por sus derechos y ahora resulta que no se los quieren otorgar a otros...

Puede que vuelva a la Biblia, al menos a algunos libros de la misma, pero ahora mismo estoy en el Quijote. Otro libro que suele coger polvo, relegado a la categoría de objeto que otorga cierto empaque cultural a quien lo posee. Hace unos años, coincidiendo con el cuatrocientos aniversario de su publicación, se convirtió en un best-seller, como si de un niño con pijama a rayas se tratase. Que no se diga que las efemérides no influyen en nuestros actos consumistas. Cuesta creer que, en un país que no levanta el vuelo en sus hábitos lectores, todos los que adquirieron esos dos tochos de cuatrocientas páginas vayan a tragárselos.

Pero no será porque sea aburrido. Lo que pasa es que es un libro que, a base de ser impuesto, puede llegar a ser detestado. Y eso es censurable. ¿O es que acaso este libro debe de ser un símbolo nacional y cualquiera por el hecho de ser español debe leerlo? No lo creo yo. Al Quijote se lo han apropiado diversas tendencias, desde el romanticismo hasta el comunismo ruso pasando por el del propio Fidel Castro, así que el nacionalismo español exacerbado no se iba a quedar atrás. Pues no, yo no creo que debiera imponerse en el bachillerato a menos, desde luego, que fuera una libre elección del alumno. Por eso detesto yo las matemáticas, porque me las metieron con calzador cuando yo no tenía la menor intención de pasar de la tabla multiplicar (que no recuerdo muy bien) Ahora, en Filología Hispánica, no cabe duda de que la elección que hemos tomado es voluntaria, y yo estoy disfrutando su lectura mucho más que lo hice la primera vez.

Sin embargo, yo no soy un fan acérrimo. Si tengo que citar una novela que me haya marcado, esa sería El señor de los anillos, que habla de magos, caballeros y todas esas cosas de las que se burla Cervantes. Prefiero la fantasía al realismo, y en eso he de creerme más Quijote que Sancho. Como gran novela española soy más partidario de La Regenta. Me parece más madura, más compleja, y en cuanto a temática me atrae más. Del Quijote hicieron hasta una serie de dibujos animados, cosa que de la Regenta tengo dudas... Pero bueno, pese a todos esos prejuicios que os hayan inculcado en la escuela, os recomiendo que otorguéis una oportunidad al ingenioso hidalgo. Es una novela amena, divertida, y se debe degustar como un placer, no como imposición. La literatura como mero placer estético, eso decía Kant, así que seguidle que más vale una frase suya que todo lo que pueda yo contaros.

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