viernes, mayo 29, 2009

Las dos amantes.

Debiera haberle cambiado el título al post de ayer, por Carmelitas School Musical, tras ver las coreografías que se montaban los niños (y los padres y las madres) Y eso que Zac Efron no estaba por allí, y os aseguro que en mi habitación tampoco. Durante toda la tarde me estuve debatiendo entre el dolor de cabeza y la necesidad de estudiar el tema previsto. Al final logré mi objetivo y aún me sobró tiempo para asistir al anticlímax final de Paquito el chocolatero, momento en el que recordé esa frase del Maestro Yoda: Derrotado he sido. Al exilio voy.
Frivolidades aparte, me gustaría rescatar el tema del que iba a hablar ayer. Dicho día me desperté pensativo (por poco no llego a clase) Pero es normal. Cuando un curso llega a su desenlace, invita a la reflexión. Y queda tan solo un mes para que el presente expire. No me importa sacrificarme ahora, que llegará el momento en que no tenga que hacerlo. El 29 de junio lo concluiremos, con el examen de la asignatura revelación del año, Tradición Clásica. Esa misma semana, salvo causas de fuerza mayor, me iré a Madrid por distraerme un poco, lo justo antes de que el calor me achicharre. Del resto del verano aún no os puedo dar pistas, porque ni yo mismo lo se. Por ahora procuremos que esté despejado, en todos los sentidos.
Tomé prestada de un compañero una personificación acerca de mi carrera. Me gustó tanto que, aprovechando la complicidad que tengo con él, me extenderé hasta convertirla en alegoría. La vestiré no de novia, sino de amante, que en eso tengo más experiencia. Una década, amigos, del noventa y nueve al cero nueve, en la que me he debatido entre dos amantes: la Filología y la Cinematografía. Por ahora resulta obvio que sale ganando la primera. El próximo curso me habré matriculado la friolera de seis veces en ella. Me explicaré, no sea que haya quien me tome por idiota. La primera vez fue en Madrid, y tras ese estreno caí rendido a los cantos de sirena de la Cinematografía. Antes que eso, incluso, mi primer año en Madrid lo pasé en una escuela llamada Septima Ars que no es universitaria pero, a diferencia de la de Ponferrada, aún sigue en pie, que yo sepa.
Han sido como dos ciclos repetidos: Madrid-León (y provincia...)-Madrid-León. Tras mi título como guionista podría haber seguido en esta ciudad para sacarme la carrera "seria", pero no me arrepiento de mis años en Madrid. Me han ayudado a crecer como persona y como artista, y eso sí que es algo que no se puede aprender estudiando. No obstante, durante esa época a lo Lazarillo del Bernesga no abandoné a mi querida Filología. Nos carteamos, por así decirlo, gracias a la UNED. En el primer intento salvé dos asignaturas, felizmente convalidadas en el presente; pero el segundo, del que apenas recuerdo nada, fue un desastre sin paliativos. Una pérdida de dinero que solo me consuela porque en aquella ocasión sí que lo estaba ganando en mi trabajo. Abandoné, casi al mismo tiempo, el emporio del triángulo verde y la carrera. Marché a Ítaca, buscando diversión, reposo y otras damas más corpóreas.
Y al final... Aquí estoy. Y el romance marcha viento en popa, a salvo de aquellos proxenetas que quieren quitarle el traje a mi amada para ponerle uno con el título de Grado o algo así. No quiero hablar de infidelidad, pero aún sigo haciendo guiños a la Cinematografía. Este año además me ha propuesto un delicioso plan con la serie Pigmalión, cuyo cuarto capítulo se estrena el lunes. Os lo volveré a recordar al menos un par de veces más...
Así que, recapitulando, tenemos 5 años de Filología vs. 4 de Cinematografía... Hum, igualada batalla. Y otros 3 de currillos y chapucillas, el cómputo total me haría parecer más viejo de lo que me siento tanto en mente como en cuerpo. Never mind! A personalidades bizarras, trayectorias bizarras. En realidad, ayer a la hora de los Choco-Krispies me vinieron otros pensamientos a la chota, pero esto es solo un blog, no un ensayo sui generis. Así que, pese a que creo merecer un descanso tras aguantar las teorías de los primeros cristianos y las diversiones de los últimos, iré a cabalgar un rato con Don Quijote y luego lo haré sobre las curvas de una tal Megan Fox (¿es posible un apellido mejor?), que un mes más ha equiparado la portada de la Fotogramas con la de la Man. Dejemos reposar a la amada hasta que el aura nos alumbre...

2 comentarios:

Pigmalion dijo...

¡Megan Fox en Pigmalión ya!



(por favooooooor)

Luis dijo...

Ja, ja. Amigo Sancho, más tiran... Ya se sabe. Pero lo dudo, nosotros no tenemos Transformers (tiempo al tiempo)