jueves, noviembre 12, 2009

Fucking lunas.

Ayer tuve la mala idea de ver Moon, la película que triunfó en el último festival de Sitges quizá porque su jurado supo penetrar en capas filosóficas que a mí se me escapan o me resbalan. Desde luego que la ciencia ficción reflexiva no es para mí. Me dormí en 2001, escuché a gente roncando en la proyección del Solaris de George Clooney (no se cómo sería el original) y en Blade Runner quizá me dormí también. Todo esto puede sonar a blasfemias, pero, qué le vamos a hacer, para mí el paradigma del sci-fi sigue siendo Star Wars, pese a lo naif (ni el Imperio Contraataca ni la Venganza de los Sith lo son)
La culpa fue mía, yo ayer por la noche no tenía el menor interés de pensar, tan solo de desconectar un poco antes de asumir el último madrugón semanal. Y esta película me entusiasmó al principio, pero luego me fue aburriendo. Con un actor por duplicado, el mismo escenario casi siempre y una grúa parlante, pocos alicientes pude hallar. Eso no quiere decir que la película sea mala, pero posiblemente no era el momento adecuado ni yo tenía un concepto acertado acerca de la misma. Para clones, me quedo con los de George Lucas.
Y podrían haber llamado a la película Luna, quizá no quisieron por la proximidad de Luna Nueva, la segunda entrega de la incomprensiblemente exitosa (para mí) saga que comenzó con Crespúsculo. ¡Qué sociedad esta! Dicen que unas instituciones van a gastar miles de euros para fomentar la masturbación en los adolescentes, y esta es una actividad que se fomenta por sí sola y no necesita más estímulo que el que provoca ella misma; por otro lado, esos mismos jóvenes se agolpan para jalear a estos vampiros castos o, peor aún, enloquecen ante los Jonas Brothers y sus anillos de pureza. ¿Qué es esto? ¿Neopuritanismo contra sexo banalizado? No estoy por ponerme filosófico, solo diré que al menos Luna Nueva pinta mejor que la anterior película, al menos parece tener más acción y personajes interesantes. El lobo que aparece en el anuncio canta a digital a saco, y del entuerto se encarga el director de American Pie, dueño de una carrera esquizofrénica que va de desde los chicos salidos de la tarta de manzana hasta el presente best-seller mormón, pasando por otra adaptación literaria, esta vez atea, que diluyó y echó a perder junto a toda su saga, La brújula dorada.
En fin, yo sí que voy a bajar de la luna y trataré de ponerme a hacer cosas útiles este fin de semana, si puede ser.

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