martes, noviembre 24, 2009

Puck el de la colina Pook.

Distingo, a bote pronto, entre problemas reales y gratuitos. Los primeros los encaramos por obligación, mientras que los segundos, surgidos de una acción falta de reflexión, suelen robar bastante tiempo a los primeros. Hoy he tenido un problema gratuito, motivado por mis impulsos y el claro espesor mental de las primeras horas de la mañana.
A las nueve, alguna persona o entidad que desconocía, o no le importaba, que estaba en clase, me llamó y lo apagué por acto reflejo. No había puesto el modo de silencio porque a esas horas no suelo tener llamadas a menos que sean de esos piratas telefónicos que dan la murga con que te cambies de Internet o de cuenta bancaria. Pero hacía bastante tiempo que no apagaba el móvil, así que en principio no recordaba mi código pin. Y no es que mi memoria no trabaje, de hecho este cuatrimestre lo está haciendo de continuo. Pero ese numerito hacía ya bastante que no salía a la palestra y, en vez de dejar que regresara a mi memoria, agoté mis posibilidades y me saltó con que pusiera el código puck. Eso me recordó a Puck el de la colina Pook, un libro infantil de Rudyard Kipling que no leí en su día y ahora he recuperado. ¿Código puck, o como se llame? Pues teniendo en cuenta que mi tarjeta ha ido cambiando de móvil a medida que estos se hacían viejos, a saber dónde pelotas estará el código mágico ese, sospecho de un armario preñado de trastos en el que me internaré a ver si llego hasta Narnia o a la patria de Puck y todos los malditos duendes tecnológicos que nos juegan estas pasadas.
Lo cierto es que entre semana lo uso más para despertador que para llamadas, por eso no me urge ya que, al igual que Internet, puedo vivir sin móvil pero no sin los víveres que tengo pensado comprar esta tarde en vez de visitar, en el peor de los casos, la tienda de Vodafone. Recordad, aquellos que tenéis mi edad, que hubo un tiempo en el que no existían los móviles y aún así nos las apañábamos para quedar... Parece la Prehistoria, claro. Por lo que se refiere a mí, hoy tengo claro mi orden de prioridades y que la próxima vez no tendré el dedo tan suelto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es curioso. La primera vez que tuve móvil -a regañadientes- y me encontré con el número "puck" me vino a la cabeza "Puck, el de la colina Pook", exactamente igual.

El problema de ese libro es que se suele regalar muy pronto. Ha sido caracterizado como literatura infantil cuando es, como mínimo, juvenil. Y desde luego un libro interesante para cualquier adulto.
Es el típico libro que te regalan con ocho años cuando se debe leer con al menos doce o trece.