domingo, agosto 22, 2010

LOS CERDOS. Entrega 18.

El brebaje de Ari le resultó, por otra parte, refrescante y delicioso, era como una golosina pero Jonás tenía conciencia de los peligros a los que enfrentarse si abusaba de la misma. Además, ella había preparado una salsa especial para el pollo, cuyos trozos había dispuesto en enormes cubos de papel. Jonás se colocó uno sobre el regazo.

- Esto está de muerte- masculló, tras el primer mordisco, para luego añadir una mentirijilla- Ari, es una pena que no te haya encontrado antes por aquí.

- ¡Lo mismo digo! Estoy un poco sola acá. Mi hija y mi nieta andan al otro lado del charco. Y tengo mucha más familia por aquí, pero repartida por toda la ciudad. Bueno, también hay alguien que de vez en cuando me hace compañía… Ya tú sabes, ja, ja. Igual te has cruzado alguna vez con él por las escaleras, si le has visto seguro que no le has olvidado…

- ¿Cómo es?- inquirió Jonás, haciendo teatro.

Ari pareció pensárselo durante unos instantes.

- Es muy… muy… ¡negro!- dijo al fin, tronchándose de risa.

- Ah… Y, quizá, ¿muy… muy… grande?

- ¡Sí! ¡Todo lo tiene grande, y no es por sacar el tópico, pero en él el tópico se cumple a la perfección, ja, ja!

Jonás intentó darle un giro tal vez más constructivo a la conversación.

- Pero, Ari, si te sientes sola, ¿por qué no vive él aquí?

- Buena pregunta. Porque también es muy bruto, ja, ja. Si supiera que estoy aquí contigo, a mí me daba dos guantazos y a ti intentaría hacerte lo mismo que al pollo.

- Muy tranquilizador…- murmuró Jonás por lo bajo.

- No quiero que pienses que todos los latinos acabamos de salir de la selva, en fin… Él es dominicano, y cuando se le calienta la sangre parece un endemoniado. No, no puede vivir aquí, él no quiere una novia sino una chacha, le dejo que duerma algunas noches… cuando no ha bebido demasiado en el bar de la esquina, ja, ja.

Jonás se alegró al comprobar que el misterio podía ser descubierto sin necesidad de espiar más. Mientras dejaba que el cóctel hiciera sus efectos, comenzó a preguntarse si la invitación de Ari se habría debido a algún fin concreto. Le estaba contando problemas de pareja, también porque él se había interesado, en cierto modo, por ellos. ¿Querría, pues, un confidente? Ella le había preguntado que si tenía pareja, pero no que si tenía novia. En el caso de que le hubiera catalogado como homosexual, no parecía lógico que ella iniciase una aproximación hacia él. Pero Ari no se aproximaba más allá de la cercanía en la que ya se encontraban en el sofá. Él supuso que el instante crítico sería a la hora en que se dispusiera a regresar a su piso, ya que tenía una bonita cama de matrimonio, bastante desaprovechada, y se imaginó que ella tendría otra por el estilo. Tal vez Ari trabajara por la mañana, él disponía de un horario para su investigación, flexible sobre todo cuando en noches como esa, otra noche más, bebía más de lo esperado. Al ir al baño Jonás vio allí pruebas de que el novio de Ari en ciertas ocasiones tomaba esa casa como suya, pues había algunas cuchillas de afeitar, muy usadas ya, en un vaso.

Por lo que se refiere al acto carnal, Jonás estaba seguro de que Ari quedaría satisfecha por completo con su novio, amante o la etiqueta que se le pudiera adjudicar. En él buscaba otra cosa, seguramente comprensión. Por eso ella parloteaba sin parar, al tiempo que ambos bebían sin parar y comían sin parar. El cóctel de ron le resultaría más dañino a la postre que el Lambrusco, y Jonás tenía sus dudas sobre si sería capaz de enfrentarse al monitor una tarde más en el mismo estado, si no peor. Por eso, mientras aún disponía de algún cartucho de consciencia en la recámara, trató de enderezarse, con poco éxito en el primer intento.

- ¡Muchas gracias por la invitación, Ari! Como diría mi amigo Al, tu cóctel sabe a néctar de los dioses, y de tu salsa solo puedo decir que está para chuparse los dedos.

- ¡Ya he visto que te los chupabas bastante, ja, ja!

El culo de Jonás se resistía a abandonar su posición.

- Creo que será mejor que me suba- comentó el dueño del culo- Ya sabes, mis experimentos, luego el curso… En fin. ¡No todos los días son juerga!

- ¡Pero quédate un rato más, aunque no sea a dormir! Y si es a dormir… Ya sabes, sin compromiso, ja, ja.

Jonás sonrió cansadamente, sin querer dar su brazo a torcer.

- Tendremos muchas noches más, Ari… Pero ahora mismo veo dos inconvenientes para dormir contigo: primero, que estoy acostumbrado a hacerlo solo y, si lo hago con alguien, prefiero que sea en invierno, para que me de calorcito; segundo, no te aseguro que esta noche no vaya a vomitar, y no querría hacerlo en tu cama… ni encima de ti, claro, ja, ja.

- ¡Pero si eso nos ha pasado a todos!- le justificó Ari.

Fuera inocente o no el motivo por el que ella quería que él se acostase en su casa, no quiso insistir más, aunque sí en acompañarle hasta las escaleras.

- Tendré que ir escalón a escalón- confesó Jonás, mientras se apoyaba en la barandilla- ¡Buf! Y no tanto por la bebida, sino por la comida… Un poco más y me hubiera puesto como una foca.

- ¿Como yo?- comentó Ari, con una mueca burlona.

- Oh, vamos… Tú no estás tan mal- el joven no quería que ella se aprovechase de su ebriedad para extraerle un juicio de valor en ese sentido.

- ¿Como una vaca más bien?

- ¡Oh, dejemos los animales! Y sobre todo no me recuerdes las vacas, que ya estoy temblando de cuando haya que volver a cortar filetes. Habrá que practicar más con eso.

Jonás levantó la mano de su apoyo para hacer un giro con la muñeca.

- ¡Suave y que corra!

- ¡Suave y que se corra!- le imitó Ari entre risas.

No hay comentarios: