miércoles, agosto 11, 2010

Vamos, que no hay dos sin tres...

Lo tengo comprobado: si hay un mes propicio para perder la cordura, es agosto. Por suerte yo he podido pasarlo hasta ahora en un equilibrio entre las terrazas, discotecas y conciertos por un lado, y el trabajo creativo por el otro. Esta semana estoy bastante vago, no es solo el calor (eso ya es rutina ahora) sino la sensación de que hay que empezar pronto con la preparación de ese examen que nunca tenía que haber sido suspendido. Claro que, después de hacerlo con cuatro coma siete, ya no me conformo con cinco. Coño, en un mes da para más que eso. Lo ideal sería que, si en Lengua I y II saqué 8, ahora lo sacara también, no hay dos sin tres... Pero bueno. Todo dependerá no ya de si he aprendido las lecciones, sino de si aprendí la lección de un examen que hice nervioso, distraído y con cierta sensación de caminar en la cuerda floja.
¡Ah! Pronto tendré que volver a verme las caras con esos lingüistas que son capaces de poner cuarenta collares distintos al mismo perro. Supongo que por eso ahora estoy escribiendo aquí y no en la novela. No importa. De esta tengo escrita aproximadamente la mitad de lo que calculo que durará. Ohú, eso es más de lo que yo pensaba que haría. Sobre todo porque con este tiempo me cuesta escribir según qué cosas. No se si habréis leído algún fragmento, pero a veces tengo que recurrir a experiencias y sensaciones mías que no son agradables de sacar, mucho menos con las reblandecidas neuronas del verano (creo que eso es lo que me pasa exactamente con el capítulo que tengo ahora entre manos).
Con todo, se puede permitir una pereza pasajera si lo que se pretende es reservar fuerzas para lo inevitable. Tengo un buen incentivo, un viaje a Madrid después en el que hay puestas bastantes expectativas. En eso pensaré cuando el sueño o la fatiga me cierren los ojos como se me están cerrando ahora mismo...

No hay comentarios: