Parece mentira, pero hubo un tiempo en el que ahorrar diez mil pesetas, unos 60 euros, resultaba toda una hazaña para los chavalines de mi familia, que guardábamos la hucha con ilusión para ser de los primeros en comprar la nueva consola Super Nintendo, que ahora mismo duerme el sueño de los justos en una caja del piso franco de República Argentina. Aún con dos cartuchos, entre ellos el mítico Whirlo, intenté conectarla a la tele pero no hubo manera. Será que soy de Letras. En fin... De aquella época tan solo sobrevive el sitio donde la compramos, el Video Club Express, que ha ganado su inmortalidad a base de vender películas, libros, prensa, artículos de teletienda y toda gama de mercancías, ya solo les faltaría vender también favores sexuales como en el vecino Derby.
Como ya sabéis, ahora ya solo le doy al Héroes, que es de ordenador. Sin embargo, durante mi última estancia en Madrid tuve uno más de entre los frecuentes deja vús que me están sucediendo en este curso. Y de nuevo con Nintendo. Cierto aparatito portátil de esa casa me atribuyó, allá por las navidades, una edad mental de 88 años o algo así, sin embargo no le guardo rencor, es posible que esté en lo cierto; mi estreno con la segunda novedad de la marca también tuvo sus traumas, pero con balance positivo. Primero estuvimos jugando un rato al Buzz en la Play y, pese a mi cerebro de Matusalén, logré una apurada victoria. El éxito de la Wii es rotundo, porque ahora anda agotada por todas partes, y se basa sobre todo en la ruptura de dos tópicos sobre este tipo de entretenimientos: es una consola social, y además fomenta el ejercicio físico. Lo cual también tiene sus peligros. Porque si te pones a ello cuando estás bebiendo, se corren ciertos riesgos. Como que alguna copa termine sobre la camiseta del contrincante, o el sofá del anfitrión. En fin. Bien se que hay que tener paciencia, es un axioma que se me revela con mayor fuerza con el paso del tiempo. Pero uno también es mal perdedor. Y aunque no perdí en todo, lo que me importa es que tuve un papel digno, como Rocky en su última (?) aventura. Hablando de esto, Hopewell y yo quedamos a tablas en boxeo; a Nacho le tumbé un par de veces pero me ganó, en un combate que amenazan con colgar en Youtube. Pues oye, estaría bien. A tres días del I Aniversario de V y M, creo que hay quien quiere seguir viéndome hacer el ridículo en la red. A juzgar por los comentarios de las chicas de mi fila escuchados anoche...
En fin. Lo pasamos como enanos, que es lo que cuenta. Cambiando los Cheetos por cubatas, pero el espíritu es el mismo. Y aunque tuviera afán de revancha, es lo mismo, porque no puedo practicar. Siguiendo el ejemplo del Día de la Marmota que cité ayer, podría ahorrar de nuevo para así pillarla y liberar tensión entre horas de estudio. Pero no... Que uno ya no curra, y la pasta de la que dispone prefiere gastarla en libros de Valdemar, chupitos de nombres extraños y otras menudencias. The times have changed very much...
PD- Mañana Oscars, no se si haré crónica en directo, todo se verá. Y la cena muy bien, desde luego. Disfruté todo lo que no pude en Ponferrada. Perseverancia, joven Skywalker...
4 comentarios:
¿He oído "Héroes"? Te reto a un duelo... lanzado ha quedado el guante.
Por Libia, aceptado está!
Y dónde te metiste ayer? jeje.
Colgadas las fotos serán y el video también y te avisare convenientemente para que puedas avisar a los tuyos y que pasen a verlo.
Un abrazo
Pues la verdad, estaba un poco amargado y no tenía suficientes ánimos para salir.
Me quede dormido y perdí todas las clases...llevo una organizacion!! xDDD
Publicar un comentario