Ayer caí en una pésima idea. Me encontraba estudiando una parte del temario especialmente densa y farragosa. Como sea que voy bien de tiempo, o al menos la parte optimista de mi ser así lo ve, decidí concederme una noche libre para ver una peli y así desconectar un poco. Opté por Lars y una chica de verdad, que había sido nominada al Oscar al mejor guión. Está catalogada como comedia dramática, y eso siempre es muy ambiguo. Bajo esa acepción puede estar la terrible Juno, pero también la excelente La familia Savage. Pensé que, a fin de cuentas, la trama prometía momentos de risa así que a ello me puse.
Quizá no soy tan paciente para el cine cuando estoy estudiando. Es posible, andas preocupado por otras cosas y no prestas mucha atención. Pero, por lo que respecta a esta película, me ha parecido otro ejemplo de cine indie aburrido a más no poder. Intenta ir de comedia seria, es un término contradictorio pero no imposible. Lo que es a mí, me produjo poca risa y mucho sopor. La historia es solo relativamente original, la del hombre obesionado con la muñeca hinchable. Ahí estaban Berlanga y Azcona con Tamaño Natural. Esa idea, en este caso, se alarga sin ningún sentido, te hace gracia en las primeras apariciones del maniquí únicamente. Cansa ya solo la inexpresividad del actor protagonista y también de la chochona actriz protagonista. No se. A mí me durmió. No se si debería revisarla en otro ocasión, pero no me apetece.
La próxima vez que quiera ver una peli solo por entretenerme, pondré esa de los mamuts ayudando a construir pirámides. Aunque seguro que también es un rollo, mejor dejarla para después del examen.
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