miércoles, junio 18, 2008

Háblame en maternés, tío.



¿Véis esa pesadilla con forma de libro que está ahí arriba? Después de una clase particular en la cual no se sabe quién andaba más perdido, si la alumna o, ejem, el profesor, he tenido que metérmelo esta tarde. ¡Aún me faltan cuatro páginas y aquí estoy con el blog! Pero, aunque estas lecturas obligatorias nos parezcan en ocasiones un coñazo, en otras un innecesario instrumento de tortura, siempre se puede sacar alguna enseñanza práctica para la vida real.
¿Por ejemplo, sabéis lo qué es el maternés? Yo tampoco lo sabía. Pues es algo así como el dialecto en el que las madres del mundo hablan a sus hijos (qué duda cabe que al amigo Anula no le parece concebible la idea de dos papás) Sí, esas mamarrachadas como ¿Quién te quiere más? ¿Dónde está el conejito?, etc. Por cierto, estructuras demasiado complejas para bebés y que dan a entender que la adquisición del lenguaje no se debe a un proceso de aprendizaje basado en el maternés, sino que es innato en el cerebro de los niños porque según la teoría de Chomsky, bla, bla... (Por cierto, esto es lo más entretenido del libro, imaginad lo demás)
Bueno, he metido todo este rodeo para hacerme el original, porque lo normal sería haber comenzado diciendo que el sobrino que espero es, ciertamente, sobrino, sobrin-o, de género masculino. Y ya que mi brother enseña Lengua allá por Suecia, quién mejor para apuntar las etapas del desarrollo lingüístico de su hijo, como: llanto, arrullo, balbuceo, palabras aisladas, bla bla. Yo estaría dispuesto a iniciar el experimento de aquí a nueve meses, qué pena que no sea psicolingüista sino escritor.
En fin. Que el gobernador de Libia te alumbre en tu llegada al mundo, pequeño nephew.

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