sábado, junio 21, 2008

Ofrenda a San Luis.


El lunes pasado, en un momento previo del examen cuya nota aún desconocemos por desgracia, conocí esta curiosa plegaria (no la transcribo exacta, sino como mi memoria me dicta): San Cucufato, San Cucufato. Yo los cojones te ato y, hasta que apruebe, no te los desato.

Pero bueno, compis, ¿así que eso es lo que aprendisteis en la ESO? Yo no voy a ser tan vulgar. Como las personas desesperadas les ponen velitas a los santos, yo estoy dispuesto a hacer una ofrenda al mío propio, San Luis Gonzaga. No solo es el nombre del club deportivo de mis libros... Es mi onomástica, hoy mismo. Ya veis. Unos estarán rogando para que España pase a semifinales, y yo para que el verano me quede libre. Este santo, curiosamente de origen italiano, no solo es el patrón de la juventud, sino también el protector de los estudiantes jóvenes, así que pintan bastos. Miradlo, ahí arriba. ¿No se parece un poco a mí? Je, je. Es famoso por su pureza, antes las mujeres mantenía la mirada baja para evitar la tentación (yo también la bajo, pero para caer en ella) Así pues, voy a hacerle una ofrenda de castidad. Tan solo hasta el lunes en el justo momento en el que termine el examen, claro. Habida cuenta de que he tenido que mantenerla más o menos por todo el mes, creo que es justo. Para pajas, las pajas mentales de los lingüistas, os aseguro que de eso ha habido un montón las últimas semanas. Pero bueno. Yo no soy un santo, de hecho antes maté a una mosca que me estaba jodiendo la concentración con sus zumbidos, sin embargo creo en esta carrera lo suficiente como para amargarme el comienzo de las fiestas por ella.
Además, no hay razones para el pesimismo. Hoy salió la noticia de que la Universidad de Whasington quiere crear un centro en León para enseñar español a unos 400 alumnos. Con la opción de que los titulados de aquí puedan ir a Seattle a hacer prácticas en empresas de allí. ¡La capital del grunge, oh yeah! Así que, chicos, somos unos privilegiados, aprovechemos antes de que la peña se entere de que el desprecio que está demostrando a la filología es una soberana estupidez. Que San Luis, nuestro otro patrón San Isidoro, San Hitch y el gobernador de Libia nos ayuden en esta tarea.

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