domingo, agosto 10, 2008

Reencarnación.


Hubo un tiempo en China (no el actual, desde luego) en el que el budismo zen gozó de gran influencia en todos los ámbitos de la sociedad. Lo se porque he estado leyendo varios libros sobre el tema, que me han interesado de buen grado. No es que me haya convertido. De hecho, no lo considero una religión, no al menos comparable a esos tres grandes monoteísmos que tanta muerte y destrucción han provocado desde su inicio hasta nuestros días. La idea de la reencarnación, desde luego, me resulta bastante más atractiva que el maniqueísmo cielo/infierno de siempre.

Sí, una sola vida es poco, la verdad, por bien que se aproveche. Y esta nueva fuente de conocimiento también me ha servido para mi propia creación. Estaba buscando un nuevo desenlace para la novela de los Abrasadores, algo más místico, más fantástico porque a fin de cuentas de eso trata el libro. De fantasía invadiendo el mundo real. Gracias a la idea de la reencarnación he conseguido algo que me parece atractivo. No se a vosotros, quizá os pueda resultar un disparate. De todos modos, como dije en principio, yo no hubiera revisado este libro si no creyera que lo hacía para mejorarlo. Y Tolkien es una gran influencia. Si os pasáis por el otro blog, veréis unas coplillas que casi me he obligado a meter, una triste parodia de las que solían aparecer en El Hobbit y ESDLA. Bueno, ya de copiar, que sea de los mejores...

En fin, que ayer hubo una buena juerga, retomando ya el ritmo normal de la vida, así que hoy no estoy para reflexiones más profundas. Y yo al menos tengo suerte de no tener que molestarme en boicotear los juegos olímpicos porque, dado que jamás los he visto, tampoco iba a empezar ahora... Un poco de deporte no me vendría mal, pero eso será cuando mi neocarne se regenere del todo.

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