domingo, agosto 17, 2008

Y ahora, a hacer deporte.


¡Cómo cambian los tiempos! Cuando éramos pequeños, jugar a la consola era poco menos que un vicio nefando, que nos hacía muy proclives a la obesidad infantil. Y, ahora, la misma consola sirve para hacer ejercicio en tu propia casa. Yo ya lo he podido comprobar.

El día de la Virgen, como dije, ficción y realidad se imitaron: primero hubo una comida familiar, luego jueguecitos. No recuerdo si la Wii la trajeron Car y Carli desde Granada o bien era de mi hermano Gui, el caso es que la montamos en casa con su correspondiente juego Wii Fit, que trae una especie de plataforma que también sirve de báscula (generosa báscula, a juzgar por el peso que me otorgó) Yo me ofrecí de conejillo de indias. Después de la operación, mi peso descendió un poco. Pero el personal sanitario me instaba a comer carne para que las proteínas rellenaran mi boquete cular, luego estuve oscilando entre un kilo arriba y un kilo abajo, más o menos. Por supuesto que no tengo sobrepeso, pero puedo rondar cerca si me descuido. Todo ello bajo el mismo baremo del IMC (Índice de Masa Corporal) que utiliza el cacharro.

El juego es moralizante y muy divertido. Primero creamos un Mii a mi, valga la redundancia, imagen y semejanza. Se parece mucho, de hecho. Luego la máquina me hizo una serie de simples ejercicios de equilibrio según los cuales yo tendría la edad física de... ¡43 castañas! Ja, ja. No me fío de Nintendo. Otro jueguecito de la misma casa me otorgó una edad mental aún más provecta, de 80 para arriba. Que no use el cuerpo, todavía; pero que no use la mente... Los comienzos siempre son duros, por ello en los primeros juegos fui tildado de inestable. Sin embargo, el juego de La cuerda floja cambió mi suerte. Logré record y me ascendieron hasta el nivel profesional, ya muy complejo. Probé ejercicios de yoga y tonificación con el entrenador y la entrenadora virtuales, incluso moví las caderas cual Shakira con el Hula Hopp...

Incluso tienes una huchita de cerdo en la que guardas los minutos de ejercicio que llevas. Yo casi alcancé la hora, pero ayudado por Car, Má y la tía Luisa. Y la cosa debe funcionar, porque en algo sí que vi reducido el volumen de carnes ayer. Y ciertas agujetas, que unidas al viaje en bus me apoltronaron en el piso a una hora aún temprana.

En fin. Mi romance esporádico con la Wii continúa viento en popa. Estos de Nintendo, como los de Pixar en animación, casi siempre aciertan. Si gano el premio Cersa de Novela de la Universidad de León (cosa posible pero que no daré por hecha), 3.000 euros que no son tontería, igual me pillo yo una cacharra así para tonificar músculos y marcar esas nalgas tan sobadas en el último mes. De lo contrario, lo veo poco probable. Y si no, siempre nos quedará el golf, ¿verdad Hopewell? Je, je.

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