viernes, junio 12, 2009

Hot and cold.


¡Oh, Fortuna, diosa ciega y caprichosa, cuán equivocada suele ser la forma de otorgar tus dones!


(Se nota que he tenido un examen de literatura del Renacimiento, ¿verdad?)


No tengo de qué quejarme este comienzo de mes, con todo. Tengo ya una asignatura aprobada con Sobresaliente, cuasi Matrícula (el cuasi podré explicarlo en otro momento), y esta semana pasé dos exámenes, y de ambos estoy satisfecho de un modo u otro. Mi humor es excelente, y solo lamento que no hubiera sido así el viernes pasado. ¡Noche de infausto recuerdo! A estas horas ya estaba por poco en el lecho donde, a decir de Sancho Panza, se olvidan todos los males y el vivo más se asemeja a un muerto. Pero no estaba enfermo, no en el sentido de la gripe puñetera de comienzos del pasado mes; tenía un estado un tanto triste y malencólico (no me libro de este vocabulario...) Quizá todo se debiera al cansancio acumulado o, si quisiera ponerme estupendo, diría que tuve una crisis de ansiedad como la participante del OT inglés, aunque yo no podría presentarme con lo del I have never been kissed. No se. Fui rehén de mi cuerpo, ante el que una embotada mente poco podía rebelarse.

No fue un caso de indecisión, aunque yo suelo padecerla a menudo. De ahí el título de la entrada de hoy. Voy a hablar de una canción de Kate Perry, pero no la de I kissed a girl, no, esa la dejaremos si acaso para el 23 de septiembre. Lo haré de otra cuyo título tenéis ahí arriba. Amén de discotequera, la he tomado con ella porque, a lo poco que he podido entender sobre la misma, tiene cosas en las que puedo identificarme.

Bueno, su filosofía tampoco es que sea muy profunda. Es lo bueno que tiene cantar en inglés, te permite decir frases de este calado: Tú cambias tu mente como una chica cambia de ropa (?) Y el estribillo, pues eso, es una sucesión de contrarios como salida de Barrio Sésamo.

Tú eres frío y caliente.

El sí y el no.

Dentro y afuera.

Arriba y abajo.

No se, poco más he podido entender de la voz de pito de Miss Perry. Y suerte que en el examen de Inglés no hubo Listening, porque eso aunque no perdáis oído cuesta identificarlo.

La oposición frío/ calor es la más lógica dentro de la terna, y tiene una gran tradición dentro de la poesía petrarquista, como figura para el contraste entre la castidad y el deseo sensual. ¡Pobres hombres! Yo también la usé en ese antiguo post en el que hablaba de Islandia, así que poco más puedo añadir. Del resto, deduzco que la canción se dirige a alguien de pensamiento muy variable, y en eso sí que por desgracia suelo incurrir. Me llamaría inestable, pero creo que ese es un término cargado de connotaciones bastante negativas, no se ajusta a la realidad. Casi prefiero hablar de un pensamiento veleta, que en ocasiones por suerte se rectificar. Porque también tuve mis dudas sobre acudir o no a la Comunión de Madrid, pero al final no hice el capullo y, tras ese balsámico viaje, he gozado de una semana muy productiva y sin altibajos. Y que así dure, sobre todo para el del 22, porque en ese creo que me pilla el morlaco sin remedio.

Así pues, solo me queda lamentar de nuevo una suerte que ha intercambiado, por así decirlo, estos dos viernes de lugar sin sentido alguno, y agradecer la paciencia de todos a los que pueda haber salpicado ese escaso día y medio de tiempo gris y lluvioso. De manera especial, en un gesto que debiera tener más a menudo, quiero acordarme de mis padres, ya no solo por la nochecita en parador de cuatro estrellas, sino por permitir que me reenganche a esta carrera, la cual tiene asignaturas tan maravillosas como aquella de la que me he examinado hace unas horas. No es ironía; cierto que la docencia ha sido, esta vez sí, inestable y nos ha hurtado a autores como Fray Luis de León o San Juan de la Cruz (que yo descubriré por mi cuenta y gusto), pero en general casi toda la literatura de esa época me parece fascinante y además me ha dado ideas creativas de cara a este verano.

Si a alguien le hace apuntarse a un diálogo humanista, que me lo haga saber.

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