viernes, junio 19, 2009

La vía del medio.


La semana que viene, quizá previendo algún exceso, tengo pensado leer un libro sobre Zen. Soy partidario de seguir la vía del medio, incluso en momentos como este, que se dicen estresantes. No para mí, lo mejor es compensar deberes y placeres en su justo equilibrio (espero no arrepentirme el lunes de este comentario) Por ello, en cuatro días tendré estudiado el que para mí es el peor examen del curso. Bueno, miento. No es el peor, no es el más difícil, pero sí el que más materia tiene, siento un cierto deja vú (expresión que sigo sin saber escribir) porque el de Lengua I lo cateé también un lunes a las diez de la mañana. Claro que el sábado anterior no había faltado una visita a la terraza de Benito´s House. Aunque digan que el ser humano suele tropezar dos veces con la misma piedra, procuraré que se anule esa sentencia este fin de semana.

Además de estudiar, estos días he tomado el té con dos amigos, dormido todo lo apetecible y visto un par de pelis, una tan larga como su título. Y ninguna de evasión, por cierto, antes bien un documental catastrófico pero verídico llamado Tierra y el peliculón antes citado, El curioso caso de Benjamin Button. ¿Cuántas personas habrán pensado, como yo, que era un material más adecuado para Tim Burton? Pero David Fincher no lo hace mal, aunque se fuera casi de vacío en los Oscar. Al igual que Slumdog, se trata de un cuento con aromas clásicos. Si aquel era videoclipero y de tono independiente, este es una gran producción con regusto al Hollywood antiguo. Y creo que me decanto, en este caso, por lo tradicional. B.B. me ha gustado aunque, como todos los filmes de cierta extensión, tenga altibajos.

Un premio que sí ganó con justicia fue el de Maquillaje, y también otro para los Efectos Especiales. Cuando nace como anciano, Benjamin Button parece una mezcla de Gollum y Pozí, y poco a poco va recuperando los rasgos de Aquiles-Pitt. Magia del cine o no, a los cuarenta años (los mismos por los que rondará el actor) Button parece de hecho más joven-mayor, y al llegar a los veinte el lifting digital es acojonante, más que el de Cate Blanchett desde luego. Parece Fernando Torres con el pelo más corto... No me extraña que la coña del año haya sido que, entre las estrellas de Hollywood, todos parecen ir con el reloj para atrás, como el que se convierte en símbolo de esta película.
Sería interesante elucubrar sobre qué haríamos cada uno de nosotros si pudiéramos en un momento dado crecer en este sentido inverso. No se, en ese caso, si me hubiera metido en la Escuela de Cine, a la que el vicerrector se refería hoy desde la prensa como una experiencia amarga (¡y eso que él no la cursó!) Pero bueno, no se si eso fue un error o no, pero el seguir con la actual me parece un acierto así que voy a machacar el tema y medio que me queda. Mañana, seguramente, seguiremos charlando.

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