sábado, agosto 22, 2009

Marcelo León: Year One.


Iba a hablar de una materia un tanto escabrosa pero, como dentro de poco es el primer cumpleaños de mi sobrino Marcelo, en deferencia a él lo dejaré para otro día, para Madrid o para cuando vuelva si la memoria no me falla. Me pregunto qué pensaría un niño sueco como él, que ahora no tiene mucha capacidad de raciocinio, si supiera que lleva el apellido de esta ciudad, y el nombre de su patrono. Una ciudad muy peculiar, sin duda.


León, en la que te pueden suceder episodios hasta ahora más encuadrados en la Gran Vía de Madrid, como el que nos pasó ayer y que mejor censuro para otro momento.


León, fuente de sorpresas momentáneas, como que en la plaza de la catedral haya un grupo de sudamericanos evangélicos, o algo similar, cantando y afirmando que el noventa y cinco por ciento de las personas están mal bautizadas. Supongo que entre ellas tú, Marcelo.


León, una urbe cada vez más multirracial y multirreligiosa, en la que cinco mil musulmanes están empezando a celebrar el Ramadán. Como contraste, el negocio del alcoholismo nunca decae. Habrá crisis, pero según los sectores; las terrazas y los bares están llenos, incluso en una época tan supuestamente mala como esta, y si acaso la gente en vez de cuatro cañas se toma dos. Cuando cierran unos, abren otros; el antaño Rincón del Húmedo ahora es Rincón de León, y el antaño GTI, donde jugábamos al futbolín y al Trivial electrónico, ahora se llama Rincón del Bierzo. Je, je.


León, una ciudad en teoría envejecida pero en la que cada vez veo más compañeros y émulos del propio Marcelo, sobre todo por esas mismas terrazas, a veces atufados de humo ante la inconsciencia, o no, de los adultos. Y Marcelo ya sabe lo que es asistir a una cena de primos en la Competencia, aunque aún no tuviera dientes.


León, en la que, aún sin estudiantes, hay animación tanto dentro como fuera de los bares. Hoy, ya de retirada, sufrimos a lo lejos una despedida de soltero al modo de Sanfermines, siendo jaleada por algunos turistas, sin duda bien provistos de estereotipos españoles. Que rían, que rían, y mientras tanto seguirá muriendo gente al amparo de esa locura colectiva.


León, en fin, una pequeña y mediana ciudad. Mi ciudad. De buena gana estaría yo ahora en Estocolmo para celebrarlo. Después de haber estado en febrero, qué mejor que ver cómo luce Skansen con el buen tiempo, y conocer a los osos que hibernaban, ellos sí, en invierno. En fin, para descansar de la rutina iré a Madrid y allí, entre otras cosas, reflexionaré sobre los errores cometidos este curso, a los cuales veo que se suma otro desde hace unas horas.


Feliz por muchos años, Marcelo, y que nos veamos por las Navidades.

No hay comentarios: