martes, marzo 30, 2010

El Día del Padre en Semana Santa.


Bueno, lo primero es lo primero. ¡Felicidades, Hopewell! (y a ti también, Cris, of course). Felicidades por ese retoño que vino al mundo ayer, al que deseo que el Gobernador de Libia proteja contra viento y marea. Tengo muchas ganas de ver al pequeñín en persona. Este fin de semana estuve muy ocupado y por eso no quise molestaros, supuse que estaríais de la misma guisa...
En efecto, esta escapada a Madrid no fue tan lúdica como la anterior. Hubo trabajo, tanto asociativo como académico, y al final me dio tiempo de sobra a estudiar para el examen de esta mañana, que ha girado en torno a un microrrelato de mi tocayo Luis Artigue, nada del otro jueves... Además de aprovechado, ha sido un viaje bastante barato. Uno de los pocos caprichos que me he permitido ha sido el té moruno que estoy degustando, a seis ñapas el paquete en la siempre carera The tea shop. Pero bueno, es mi sagrada hora del té, y merece la pena el gasto, ahora mismo le estoy poniendo los cuernos a Madame Bovary (como ella los pone con Léon, igualito que yo pero con otro acento), debiera estar leyendo porque en estas vacaciones mi tarea principal es acabar dicha novela y hacer un resumen y valoración, liviana tarea por otro lado. La francesita tendrá que esperar hasta la noche, ¡cuándo mejor!, porque esta tarde he quedado con Car y Carli para rendir cuentas con el Super Mario. ¡Vuelve Mario, vuelve el espacio semiotizado del paraíso perdido de la infancia!
Para acabar, y aunque me tilden de (pequeño)burgués, os dejo con una foto de mi cena en el vagón de Preferente del Alvia a mi regreso. Conste que cogí Preferente porque era el único modo de que me hicieran descuento... Gracias a Juanjo por darme el chivatazo de la sala VIP, donde tomé zumo y alpiste, y esta cena es un banquete en comparación con la del Supra. ¡Pensé que no iban a dejar de servirme cosas! Consomé, viandas, licor, infusión, chocolatina... Yo creo que bebí más en el tren que en Madrid. En fin, la semana que viene haré el que posiblemente sea el último viaje de la tríada, antes de la cuenta atrás del curso. Y no me olvido de mis cerditos, a los que espero dedicar al menos un par de folios...

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