No voy a hablar de política. Tan solo, de buenos modales. De civismo, si se quiere. Es un concepto que no entiende de ideologías. En esta sociedad hay ideas generalizadas que no tienen ningún fundamento lógico. Como la de que la educación es algo que se está perdiendo en las nuevas generaciones. Esto piensan sin duda aquellos que sostienen este mismo, y ya clásico, aforismo: El Corte Inglés ya no es lo que era. Pues bien. Yo no hablo sobre adolescencia, porque eso ya lo dejé lejos, pero si quieren generalizar sobre juventud, que no cuenten conmigo. Que yo, desde luego, jamás hubiera suscrito el horroroso espectáculo que tuve que contemplar ayer, fue como ver la peli esa de Noche en el Museo, solo que las momias se habían escapado del Museo Arqueológico hasta llegar a Cibeles. Solo que las momias, por lo general, eran mudas, y estas alimañas, que de cuerpo ya no son desde luego jóvenes, y de espíritu aún rondan el siglo catorce, vaya sí tenían fuerzas para graznar todas las sandeces que ni siquiera eran de producción propia, sino inoculadas a través de la basura herziana a la que están abonados a falta de entretenimiento más productivo.
Igual en su vetusta cartilla de urbanismo no había un apartado que especificara que, cuando se decretan cinco minutos de silencio en honor a dos víctimas asesinadas (bueno, uno todavía no por fortuna) de manera cruel y cobarde, es para respetarlos, y que si lo que quieren es criticar al gobierno o al PSOE, tienen sus propias herramientas para hacerlo, como aquella manifa de la que hablaba hace poco. Así pues, ellos, minoria por suerte, que creen monopolizar en sí la lucha contra ETA cuando lo que hacen es escupir en el ataúd del asesinado, jodiendo el respeto que un grupo de ciudadanos mucho más respetuosos están intentando mostrarles. Para saber eso, amigos, no hay que ser ni de izquierdas ni de derechas, ni sociata ni pepero, ni rojete ni fachilla. Hay que tener dos dedos de frente.
Pero hay algo por lo que ya no paso. Y que es, empero, la clave de todo. Si quieren llamar traidores, asesinos, cobardes, bla, bla, bueno. Pero, ¿maricón? ¿Qué tiene que ver la orientación sexual en un acto de repulsa por un atentado terrorista? Os caiga bien o mal Zerolo, bien o mal su partido, hay que reconocer que el tío ha sido un activista de gran importancia, y que su actitud ayer fue intachable, porque bien podría haber respondido a los insultos. Pero esa gente se descalifica en sí misma. Pongo una frase: Si apollas a Z, apollas a ETA. ¿Pollas? Sí, como ollas. Y resulta que el descenso del nivel educativo está en los jóvenes. ¡Mosquis! Debe ser que los extremos se unen, porque tan poco respeto demuestran esos senex como los tontos del culo que esta mañana iban tirando petardos en el campus, supongo que por una fiesta, pero la fiesta se la podrían montar ellos en su casa metiéndoselos por los oídos.
No, si aquí la cuestión es oler sangre, y entonces la carcundia se echa a la calle, y todo lo mezclan sin ningún sentido. La sexualidad con el terrorismo, la familia con la unidad territorial, todo les da lo mismo, y al final ya nadie les toma en serio, ni siquiera el PP. Bueno, pues para que se vea que los proetarras no tienen por qué ser necesariamente ateos, rojos, maricas, fulanas y gente de mal vivir, vaya por delante mi doble condena: la del atentado, con mi pésame hacia las familias y amigos de las víctimas, y la de bochornos como ayer que desde luego no ayudan a superar ideas preconcebidas que se tienen respecto a este país.
1 comentario:
Menudos elementos, de ultratumba.
Un abrazo, Luis
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