viernes, diciembre 14, 2007

¡Sencillez, please!


Concebir como estimulante actividad de fin de semana el visitar la biblioteca no me daría muchas papeletas para entrar en la casa del Gran Hermano. Y ni puta falta que hace, porque llevo ocho años deseando que la misma se hunda, con todos dentro, presentadora y negros homófobos incluídos. Pero es lo que tiene, esta semana estoy descubriendo tantos genios y buenos autores que me es dificil saber por dónde tirar.

Aunque tanto el fondo como la forma son radicalmente distintos, cuando asisto a las clases de
este taller no puedo evitar que se venga a mi cabeza el recuerdo de aquella genial película de Todd Solondz, Storytelling, que aquí tradujeron con una mamonada de título. En su primer segmento, un famoso escritor negro impartía un taller parecido en contexto universitario, y sus críticas eran tan despiadadas que riéte tú del tronco de las gafas del OT ese. Siempre pensé que sus alumnos se portaban demasiado mansos, aqui en España, y en la vida real, podíamos haber terminado a sillazo limpio. En el curso del MUSAC, la crítica siempre es constructiva. Y la mía la primera, porque lo que se me reprocha es algo de lo que yo ya soy consciente. En mi relato, que colgaré corregido, el diálogo, noventa por ciento del mismo, está muy bien. Falla la voz del narrador, y lo hace por algo que realmente me sale espontáneo, y me gustaría mejorar. Me complico innecesariamente. Quizá no cuando escribo en este blog, pero sí al hacer relatos, novelas, etc. Ya lo decían en mi primera novela. Mucha floritura, mucha adjetivación, mucha frase larga. Más sencillo no quiere decir peor. No se. A algunos no os importa, a otros sí, pero a mí desde luego que, sobre todo si a cuentos se refiere, me saliera algo más natural. De hecho, creo que si, aparte del poemario previsto, me saliera algún librillo de relatos, debería bautizarle como Poda de paja o algo así.

En fin. Sabía que este taller iba a ser un acierto. Así ha sido, y es lo que importa. Antes del despendole navideño, toca currar para entregarle ese ejercicio y otros. Y también las dos novelas publicadas. Le advertí de que caigo en el mismo error, pero me gustaría mucho conocer su opinión.

Y espero que, llegado el momento, vosotros también juzguéis sin tapujos...

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