miércoles, enero 09, 2008

El veinte por ciento.


No, no es una continuación de El diez por ciento. El veinte por ciento es la proporción de la nota de una asignatura que se obtiene por parámetros como la asistencia, la participación en clase, etc. Por supuesto que no todos los profesores lo aplican. En carreras como la mía, con poca afluencia de alumnos, es más fácil de llevar a cabo. Tan solo se pasa lista en Latín, asignatura más o menos sencilla que ya debía tener convalidada, y en Lengua Española I, la cual suele tener profesores cuyas personalidades no suelen invitar mucho a la asistencia. Al docente que ahora mismo tenemos estoy intentando diagnosticar su caso, aunque es complicado acertar, barajaría desde el trastorno bipolar hasta algo tan simple como la mala hostia acumulada. Pero, ¿contra nosotros? ¿Acaso somos pandilleros latinos que vayamos amenazando por ahí, adolescentes maleducados de instituto de barrio? ¿Tenemos la culpa de que, según me han contado, le hayan rayado el coche? Bueno, en mi caso particular, mi única culpa ha sido ir a clase, atender y copiar apuntes a toda máquina, sobre asuntos más próximos a la anatomía que a lo que estamos estudiando.

Analicemos la situación. Segundo día de clase del año. Primera hora de esa asignatura en el año. Menos gente, porque hay un exámen después, al que yo no tengo que ir. Este sujeto, que dijo que si le tocaba la lotería no volvería, lo único que le tocó fue una gripe, aunque no parece que sus fuerzas hayan disminuido por ello. Aunque quiere que nos apliquemos constantemente, él se fumó la última hora del 2007 porque le dio la gana. Puede ser muy simpático, no lo voy a negar, siempre con mucha retranca, aunque no sea gallego sino asturiano. No me quejo de que sea mal profesor, desde luego. Yo odiaba, de hecho, esta asignatura hasta que me la dio él. Pero hay cosas por las que no estoy dispuesto a pasar. En una clase, el profesor es el jefe, hasta ahí llegamos. No se puede ir de amigos, no se debe caer en los vicios que han llevado a la educación pública a la mierda. Pero, eso sí, un profesor también es un ser humano. Y por ello, debiera ser flexible. Si en una clase todos los alumnos están en silencio cogiendo apuntes, ¿cuál es el problema? ¿Que lo hacen con desgana? Bueno, vamos a ver. ¿Acaso se cree que tras dos semanas vamos a llegar con las pilas puestas? No, pardiez, las pilas hay que recargarlas. Es un tema sobre huesos, músculos, cosas raras que tienen nombres de veinte letras. Si de verdad yo estuviera dormido, me limitaría a dejar el boli sobre la mesa y pasar. Pero eso no se puede hacer en microclases como la nuestra. Así que, encima de que vamos a clase, que ya es bastante, de que la tomamos en serio, de que algunos no puedan repasar por estar en la misma, nos salta cual energúmeno...

¡Despertad de una puta vez! ¡Que ya es nueve de enero! ¡No me gusta dar clase a momias, así que tenedlo en cuenta!

¿Cómor? Sí, hubo gente que despertó, en mi caso solo sirvió para que me desconcentrara a la hora de copiar y además me cabreara ante tamaña injusticia. Porque la educación se transmite antes que el conocimiento, y esa no es manera de dar ejemplo. Yo me pongo en su pellejo, pero él se tiene que poner en el mío. A mí la Lengua no me entusiasma, se que es la herramienta necesaria para escribir, pero aún así se me está convirtiendo en un estorbo. Es curioso, pero hay días en los que me siento yanqui, mal que me pese. Veamos: allí los guionistas tienen poder, las escuelas de cine no dan pena, y si quieres hacer una carrera únicamente de literatura, puedes hacerla.

No tolero que me griten. Si me grita un jefe, me voy de ese empleo, siempre que pueda. ¿Por qué me grita a mí y no a una rubia con faldas? Si me grita un profesor, sin ningún motivo además, me voy de esa asignatura. En adelante, si esto sigue así, adiós al veinte por ciento y la Lengua se la pueden meter en el mismo lugar en el que me la han metido a mí en más de una ocasión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, pues sí que os chocó lo de este hombre... :S La verdad es que tiene unos cambios de humor bastante extraños, pero si al parecer le habían rayado el coche...
De todas formas no lo entiendo, el primer día de clase nos dijo entre otras cosas que podíamos estar en clase mirando al techo siempre que no molestásemos... Pues si encima estais haciendo lo que teneis que hacer... en fin...
Lo que no sé es por qué debería gritar a una rubia con faldas :P

Luis dijo...

Me choca porque no me lo esperaba. Bastante me cuesta, por diversos motivos, el reenganche al curso, como para que me lo amarguen. Puede que mi reacción haya sido exagerada, pero en todo caso no tanto como la suya.
Y lo de la rubia no iba por él, jaja... Cosas de antiguos empleos.