jueves, marzo 05, 2009

Dop (II)






Creo que me quedé en Skansen, sitio del que tengo aquí un librito en español de la visita de mis padres en octubre; pronto le echaré un ojo. Es un parque natural dentro de la misma ciudad de Estcolmo, que contiene dentro una gran variedad de edificios antiguos, establecimientos típicos y una especie de zoológico con diversidad de animales escandinavos. Abría a las 10, y ahí estábamos nosotros de entre los primeros clientes (porque cobran entrada, pero eso no me parece mal; al menos ahí no intentarán venderte hachís como en el Retiro...) Ni que decir tiene que estaba todo nevado y, lo que es más peligroso, helado. Fue un gran mérito salir de allí sin habernos descalabrado ni una solo ocasión, con la cantidad de placas de hielo que había a lo largo de vericuetos y cuestas, pues Skansen se halla emplazado en una colina.
No disponíamos de excesivo tiempo, por lo que fuimos directamente a los animalitos. Primero los de granja: caballos, ovejas, etc. Y luego ya los salvajes: lobos, bisontes, jabalíes, renos, alces, focas, linces... Faltaron los osos, que estaban como es lógico hibernando. Pero esos también los tenemos aquí en León, ¿no? Tomamos un hot dog en un chiringuito, son muy curiosos allí: pan bimbo de perrito y una salchicha delgada y larguísima, que se sale por todos lados. Hablando de esto, cuando sobre mediodía nos dispusimos a regresar, el parque estaba mucho más animado: habían colocado fogatas para calentarse, que la gente usaba para tostar las salchichas como si estuvieran en un pic-nic veraniego (y qué duda cabe que durante esta estación así lo usarán) También había unos trineos tradicionales, aquí me veis en la foto posando con uno de ellos, y puedo asegurar que tampoco me la pegué utilizándolo. Tan apurados estábamos a la vuelta que me pasé a la carrera por la tienda de recuerdos, comprando una chapita con el caballo típico de Suecia y una bolsa de té. Luego para el barco de vuelta.


Respecto al bautizo, momento culminante del viaje, he de decir que no me enteré de mucho, pese a contar con una pequeña guía en español del acto. La cura (es una religión civilizada, las mujeres pueden profesar) estuvo muy amable con nosotros, alegrándose de que algunos españoles pudiéramos haber asistido a la ceremonia. Además el bautizo en sí no fue muy pesado, y luego pasamos a la casa parroquial a tomar unos canapés y unas copitas de champán. De esa guisa me veréis en la foto de abajo, junto a diversos cuadros de temática religiosa. Eran unos cincuenta invitados o así, entre adultos, niños y bebés; la mayoría, profesores compañeros de Pedro, con los que pude charlar en inglés. Es curioso, me entendía bastante bien con ellos, no como esta mañana haciendo el Listening en clase, donde me daba la impresión de que todos hablaban borrachos o como si se hubieran metido algo inconfesable en la boca.


Eso sí, tras la party tocó, a la familia más reducida, recoger todo y arramblar con la montaña de regalos de Marcelo para introducirlos en un taxi hasta el domicilio de los orgullosos papás. Recuperamos fuerzas yendo a por comida en un hindú. Y el picante no se repitió por la noche, eso da prueba del cansancio que arrastrábamos...

Poco más que decir, me reclaman los dos o tres folios de apuntes pendientes. Que he vuelto encantado, y con ganas de regresar a la capital sueca, quizá con un clima más agradable. Mañana si puedo comentaré alguna impresión más.

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