lunes, marzo 23, 2009

Serie Z.

En cine hay varias maneras de realizar una historia del género fantástico de capa y espada, ya sabéis a qué me refiero. Puede ser una adaptación literaria decente, incluso buena (El señor de los anillos), una adaptación literaria que empeore incluso la mediocre novela de la que surgió (Eragon), una horrible adaptación de juego de rol (Dragones y Mazmorras) o una película de argumento original pero no por ello menos acojonante (Outlander) Si me olvido algún ejemplo recordádmelo, please.
Ahora voy a hablar de una adaptación de videojuego, algo que le encanta a Uwe Boll, considerado como el Ed Wood de este siglo. Con En el nombre del rey hace méritos para ese título, desde luego. Arrastra una mala fama que yo ya conocía, sin embargo no me impidió ver la película, porque soy fanático del género incluso en sus más ínfimas muestras. No salí defraudado respecto a la (poca) calidad. No obstante, mereció la pena perder el tiempo con ella aunque solo fuera para disfrutar con sus abundantes dosis, no se si autoconscientes o no, de surrealismo.
La película está hecha como de retales de la gran obra de Tolkien: hay un remedo de las minas de Moria, otro de cualquier bosque encantado de la saga y de hecho sale el tío que hacía de enano Gimli, ahora imitando a Gandalf. La palma se la llevan no obstante unos bichos que quieren parecerse a los orcos pero apenas enseñan su rostro, supongo que para que no se vea lo cutres que son sus caretas. Paso a hablar del reparto, porque es alucinante, te puedes encontrar de todo: desde Burt Reynolds haciendo de rey hasta un Ray Liotta muy maquillado, pasando por Terminatrix de amazona amortizando escote. Lo cierto es que la historia tiene un montón de personajes, y una trama que no se sabe por dónde cogerla, con anagnórisis o reconocimiento incluido. Por no hablar de ciertos desfases espacio-temporales... Se supone que está situada en el medievo, en un reino imaginario. Pues bien, el héroe usa un boomerang, que si no recuerdo mal procede de Australia. En un momento dado salen unos tíos vestidos de ninja, haciendo artes marciales. Y lo mismo se invoca a Dios que luego se habla de dioses... Last but not least, está el tema del diálogo. Este fin de semana hemos estado trabajando con los de la serie, y sabemos la gran importancia que tienen para un guión sólido. Pues bien, aquí son risibles. No por hablar en estilo medieval uno tiene por qué sonar ridículo...
Así pues, os invito a ver este filme solo si queréis comprobar tanta desfachatez; si no, probad con El luchador: en esta, otro actor acostumbrado a la serie Z sostiene sobre sus hombros el peso de una película que corría el riesgo de quedarse en telefilm. Alabemos su resurrección, aguada por el gran Harvey Milk.

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