domingo, marzo 08, 2009

Islandia.


Acabo de venir de Madrid, pero no voy a hacer referencia a mi estancia, sino a una lectura en la que me zambullí entusiasmado cuando los compromisos sociales me lo permitían. El tema de la misma, por cierto, está relacionado con el del post que iba a colgar antes de partir, y que al final lo haré la semana que viene.

Y no se trataba de un libro, sino de una revista: la Lonely Planet dedicada a Islandia. No solo ha logrado enamorarme del país sin haber estado, también incluso me ha sugerido alguna idea de tesis doctoral, aunque aún es pronto para ello. Y, en un momento de especial lucidez, me vino a la mente una metáfora en relación con ella. O tal vez una personificación, de la que yo mismo sería protagonista. Islandia, la tierra de los contrastes. Hielo por fuera, lava por dentro. La antítesis. Un oxímoron, como en el verso de Blas de Otero: Ardientemente helado en llama fría... Pensé que, de hecho, bien podría identificarme con esa isla ya que, en algunos momentos más que en otros, puedo mostrarme frío, pero por dentro es una sensación distinta la que creo que emana de mi ser, y no lo digo solo con connotación erótica.

El fuego es un elemento muy común en mis escritos. Por eso, en Los Abrasadores doté a mi personaje de la condición de Guardián del Fuego, y los volcanes son asimismo importantes: a través de uno se llega al Umbral hacia un mundo paralelo e inviolado, aunque ese pasaje no lo haya escrito aún, claro.

Bueno, espero algún día poder ir a comprobar esa inmensidad de contrastes en persona. Por ahora me toca volver a clase, y antes un chiste fácil: país curioso en todo, al norte de Islandia hay un museo llamado Faloteca, dedicado... pues al falo (pene, en lenguaje más común) ¿De qué manera se anunciará? Espero que no con el cartel Este museo es la polla...

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