martes, marzo 31, 2009

Viejo, ¡pero macho!


Terminé con los dedos un poco cansados tras el examen semidesnatado y a la boloñesa, pero aquí estoy para acabar el mes y chotearme, dentro del respeto que me inspira eso sí, del bueno de Clint.

Sigamos con la comparación entre Milk y Gran Torino. De la primera dije que me entusiasmó aunque mucho de eso se debiera a factores extacinematográficos, claro. Con la segunda, si en algunos momentos se me hace intragable, puede que sea por la misma causa. No es que me desagrade del todo la personalidad de Walt Kowalski (por cierto, ¿el apellido es casualidad?), tenemos puntos en común como la desconfianza ante la Iglesia o la falta de prejuicios hacia el alcohol. Pero, siendo yo masculino, su modelo de masculinidad creo no compartirlo demasiado.

Veamos, tenemos al pequeño Tao, o Atontao (me hubiera gustado ver a Constantino Romero doblando esto), ante el cual se abren dos vías para alcanzar su condición de macho: la una, negativa, viene por parte de la banda callejera liderada por su primo, ¡menudo primo por cierto! Con lo que quiero yo a los míos... La otra, positiva recíprocamente, la de maestro gruñón y discípulo que parece un poco corto al principio. Ahí es donde entra la catarata de tópicos. ¿Por qué debe uno ser medio retrasado o marica solo porque le guste leer o la jardinería? Ante eso hace falta una terapia de choque, y quién mejor que el ex-sargento de hierro para dársela. Ritos de virilidad: chapucillas caseras de hombres, trabajar en la construcción (algo que en España ya no sería posible), hablar rudamente en plan hijoputa paquí hijoputa pallá... ¿Irse de putas? No, no, a tanto no llega la película. Pero, ¿no hubiera sido gracioso? Imaginemos que en vez de Darth Vader le dobla Torrente: ¡Chinito, chinito! ¡Ven aquí, atontao, que nos vamos a ir con unas putillas...! En vez de eso, Clint le ayuda al cortejo de una tal Yogur, ¿y gracias a qué? Pues gracias al tótem supremo de su masculinidad, desde luego, el Gran Torino.

Pero bueno, insisto que la película me ha gustado y debieron ser más justos en los Oscar con ella. Ahora mismo Mr. Eastwood sigue incansable, rodando una película sobre Nelson Mandela con otro viejo compadre, Morgan Freeman. Ah, y recibió la Palma de Oro de Honor en Cannes. Aprovéchala pues la mereces, vaquero...

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