lunes, marzo 30, 2009

Esto sí que es un crepúsculo.


En Gran Torino, Clint Eastwood afronta la que dice será su última interpretación. El personaje, la historia, todo adquiere un marcado carácter crepuscular. Sin embargo, a Clint ya le han dado dos Oscar, así que este año no tuvo suerte. Gracioso hubiera sido ver luchar a Sean Penn (a quien le brindó su primera estatuilla) en el papel de Harvey Milk contra el viejo Walt de Eastwood y sus incontables expresiones homófobas. Cuando acaba la película al menos ha logrado superar su fobia a los asiáticos, y se extrae la moraleja de que algunos prejuicios, si no todos, pueden arrinconarse incluso cuando uno ya no está para aprender mucho.


Claro que, ¿qué se puede esperar de los habitantes de un pueblo o pequeña ciudad, multicultural eso sí, del medio oeste americano? Pues encontrar la misma clase de palurdos que acabaron con su protegida Hillary Swank en Boys don´t cry. Yo considero que tanto Gran Torino como Milk son películas clásicas a su manera; la primera es una tragedia clásica con valores clásicos; la segunda una biografía (también trágica) clásica, pero cuyos valores (¡faltaría!) no lo son. Walt Kowalski y Milk son hombres de valores, por los cuales están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias.


Clint Eastwood es tan buen actor como director, un artista a su manera. Republicano y un poco chapado a la antigua, sí, pero eso no le inhabilita como creador. Me gusta tanto la película como el personaje, quien pese a ser muy diferente a mí en el fondo me provoca compasión, como supongo que pasará con el resto de espectadores. No me parece una obra maestra, eso sí. Básicamente por lo trillado de su argumento. Historias de superación y redención, en plan maestro y discípulo, ha habido muchas y esta no es la mejor, en parte por su cascada de tópicos y la predicibilidad con la que transcurre una historia por otro lado contada con mucha garra. Me gusta más su concepción como western crepuscular, el último duelo del vaquero. Hubo quien dijo, en principio, que esto iba a ser una aventura más de Harry el Sucio. No les faltaba cierta razón, pero no es así. Eastwood nunca se tomó muy en serio esas películas, las consideraba simples entretenimientos de acción. Nunca he llegado a ver una peli de esas entera, pero el personaje me parece bastante paródico, cosa que no ocurre con el venerable viejo veterano de Corea que se sumará a una larga lista de personajes emblemáticos.


Mañana si puedo diré algo más sobre la película, ahora me voy a repasar y por la noche a ver a Rajoy (ah, no, esto último es mentira; y puede que lo primero también. ¡Quién sabe!)

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