lunes, agosto 27, 2007

ESPECIAL HITCHCOCK - El modelo de las dos rubias (1ª parte)



Curioso sistema laboral este en el que ando metido, en el que de lunes a jueves es cuando disfruto mi ocio, reservando el fin de semana a trabajar para quienes descansan esos días. Por lo que respecta a esta ocasión, no obstante, todo ha transcurrido de maravilla. Salí por la noche el lunes y el jueves, principio y fin de mis breves vacaciones cazurras. Y el grueso de este muy parcial empleo se ha concentrado de viernes a domingo, y si no ha habido un broche a la trilogía de la fiesta es por las áridas razones de agosto, no debido al cansancio que pueda tener de levantar el auricular y distribuir los ingredientes de una manera estéticamente atractiva, que dignifica el fast food y al menos da fe de que intento hacer las cosas bien sea en la ocupación que fuere.
Siempre hay algún aliciente, de todos modos, por poca trascendencia que pareciese tener. En la Cinemanía de este mes, una revista que antes era una mierda y ahora le está dando bastantes capones a la clásica Fotogramas, viene un reportaje sobre Hitchcock. Como bien dicen en el mismo, siempre sobran razones para recordar a Sir Alfred. Yo últimamente le tengo algo descuidado, y eso que pocas películas me faltan de su filmografía, serie de TV aparte. Últimamente estoy más con Bergman, que pese a lo que pueda parecer le admiraba mucho. Pero el maestro siempre está conmigo, incluso cuando lo que estoy escribiendo no se parece nada a su estilo. (Nota – Ante la confusión de primos y hermanos, aclaro: mi correo tiene el nombre de Hitch por Hitch – Cock y no por LA PUTA MIERDA DE PELÍCULA CON WILL SMITH. Lo digo porque ese malentendido me resulta humillante) Es más, este escrito podría muy bien ser una continuación del anterior, porque la figura de Eteria sin g haría las delicias del orondo director, al menos eso creo yo.
Rescatemos alguna de sus perlas: ¿Sabes por qué me gusta sacar en mis películas a rubias sofisticadas?, le preguntaba a Truffaut en su entrevista, Son auténticas damas, damas en el salón y que se transforman en unas putas en la cama… Dicha afirmación, al igual que otras que le han valido el epíteto de misógino, cuadra muy bien empero con la figura de Eteria, a la que yo concibo como una rubia gélida, la Rubia de Hitchcock, que es una forma artística en sí misma, tal y como se afirma en el mismo reportaje. Una diosa y una víctima, dualidad que corresponde a Eteria/ Hermana María, en el mismo cuerpo. Hay ciertos matices con el modelo original. Eteria es virgen, en eso concuerda con su figura histórica. Y virgen morirá, (no os destripo nada, ¿acaso es que los malos no mueren siempre al final?), una vez se libere del espíritu que le ha poseído. La gelidez de Eteria tiene que ver con su encarnación del mal en absoluto, al menos en la maldad hacia lo que el ser humano se refiere. Y su fría belleza contrasta con los hábitos que cubren casi todo su cuerpo. En la metamorfosis desde María hasta Eteria, quise dotarla de pequeños pero significativos elementos, como los labios y las botas de cuero con tacón de aguja, si no recuerdo mal, para acentuar ese cambio desde la pureza hasta el horror. También cambia la tela del hábito, de basta y ruda a fina y casi etérea, que no translúcida, por lo que la curiosidad sobre lo que podrían esconder esos ropajes se emparenta con ese mito hitchcockiano del castizo señora en la mesa y puta en la cama. ¿Puede Eteria llegar a ser un volcán en calma presto para la erupción? Pudiera llegarlo a ser, utilizando ese encanto para sus fines de destrucción. Pero no llegará a perder la condición que su estado monástico requiere.
Aunque yo aún no se muy bien cómo clasificar la saga, sí tengo claro que no puede haber sexo explícito en los Abrasadores. Pero sí como un inevitable telón de fondo. Como en otras series que narran el paso por la infancia y la adolescencia hacia la madurez, el tema no puede ser obviado pese a que transcurra en una épica batalla por la salvación de la raza humana. Siguiendo en este terreno también a Hitch, olvidando Frenesí, prefiero la sugestión, primero porque me resulta más eficaz, y segundo porque a fin de cuentas lo que estoy intentando pergeñar es una saga fantástica de corte juvenil, pero al mismo tiempo que tenga ciertos elementos que no se hayan visto antes. Nada cercano al Harry Potter que estaría más en la onda de una Enid Blyton con pobre evolución hacia el siglo veintiuno. Pero eso no quiere decir que mis jóvenes se comporten como los de Al salir de clase, por favor, eso me haría vomitar.

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