Todo ese sexo contenido deriva de la propia represión de Hitchcock. Él era célibe, no le gustaba la mecánica de la cópula, y por ello prefería verterlo en su obra. Yo en Eteria querría plasmar un poco también la sensación de miedo hacia el sexo propia de la adolescencia. Desconozco si a manera general o enfocándolo en la figura de Tis, que no tiene todo que ver con el Tis que fui yo, pero al igual que en todas nuestras obras, siempre quedan residuos freudianos, y si la figura de Eteria pudiese funcionar como una vagina dentata, tampoco hay que olvidar que hay una modificación que en tiempos de Hitch hubiera sido imposible, una rubia en masculino, Ludwig Gaveston, que cumple muchas funciones del arquetipo.
Y no termina aquí el blondo apartado. Tenemos en principio a la rubia que el director prefiere, la gélida en apariencia, pero con la cual podría pasar cualquier cosa en al asiento trasero de un taxi. Otro de sus célebres asertos: Es más interesante descubrir el sexo en una mujer a que te lo tiren a la cara, como hacen esas mujeres tipo Marilyn Monroe. Existen dos personajes a los cuales aún no conocéis, pero que con variantes podrían encajar dentro de esta segunda categoría de sexualidad a flor de piel. Ligera de cascos, repelente llega a ser Rosalinda Neira, quizá superada también por su condición de primera (y única) hija de la presidenta, pero su evolución irá mejorando este comportamiento. Más hitchcockiana resulta otra fémina, que como Rosalinda aparecerá en el segundo libro, aún no he escrito ni una frase suya sin embargo tengo todo su papel en la cabeza, por ahora no os la presento, solo diré que es una joven de un erotismo tan evidente que, si se hiciera la adaptación al cine peligraría la clasificación de para mayores de 13. Pero no es vulgar. Es como si hubiésemos metido en la termomix a las dos rubias. Tiene sofisticación y, esto constituye el mayor homenaje al maestro, es una espía de la cual no tenemos la seguridad de para qué bando trabaja. Un descubrimiento tardío, por ello no pude presentarlo en el primer libro, pero que creo dará mucho juego, y que, pese a esos matices de los que ya hemos hablado, puede ocupar el puesto de contraste hacia Eteria como rubia desvergonzada.
En fin, que ya me gustaría tener completado Guardianes del Umbral este año, pero tampoco serviría de mucho, porque es una novela que quizá alcance el doble de páginas que la anterior, no es seguro. A prueba de autopublicación, a menos que te sobre el dinero. He preferido, en una estrategia que considero más acertada, el primero asentar unas bases sólidas sobre las cuales pueda construir la saga, aunque luego puedan ser modificadas: redacción de las sinopsis, bocetos, diseño de un buen plan de promoción con el cual llamar la atención de las editoriales, porque de lo contrario a lo máximo que puedo aspirar es a tener siete tacos de folios de variable tamaño metidos en carpetas encima de la mesa.
Además, constantemente me surgen nuevos proyectos, de los que suelo escoger el que más me estimule, y es una suerte, porque no me gustaría que toda mi labor como creador se limitase a una sola idea. En este sentido, la semana Hitchcock no ha caído en saco roto. Tengo el embrión de un nuevo guión de largometraje, compatible de buen grado con la narrativa. Aunque guarda ciertas similitudes con un guión anterior escrito a cuatro manos con un buen amigo, en este caso la idea es escribir sobre un psychokiller, un psicópata vaya. A mí manera, desde luego. Hay muchas maneras de afrontar este género que, si no inventó Hitchcock, al menos sí fue quien le dio fama. Ayer pude visionar una, el Zodiac de David Fincher. Mi propuesta no es tan arriesgada, y no os sorprenderá que os diga que la encuentro muy atractiva. No es cosa de vanidad. Yo, a menos que sea por dinero, no podría trabajar en algo que no pudiera parecerme de tal manera.
Así que empecé la semana hablando sobre Hitchcock, y hacia mediados de la misma escribo algo que bien pudiera haber dirigido él. Ni planeado…
PD- Ya tenéis ahí la foto prometida. Y en versión más grande en mi nuevo fotolog, podéis ver el enlace en la columna de la derecha. Esa sí que pudiera servir de contraportada de algún libro…
Y no termina aquí el blondo apartado. Tenemos en principio a la rubia que el director prefiere, la gélida en apariencia, pero con la cual podría pasar cualquier cosa en al asiento trasero de un taxi. Otro de sus célebres asertos: Es más interesante descubrir el sexo en una mujer a que te lo tiren a la cara, como hacen esas mujeres tipo Marilyn Monroe. Existen dos personajes a los cuales aún no conocéis, pero que con variantes podrían encajar dentro de esta segunda categoría de sexualidad a flor de piel. Ligera de cascos, repelente llega a ser Rosalinda Neira, quizá superada también por su condición de primera (y única) hija de la presidenta, pero su evolución irá mejorando este comportamiento. Más hitchcockiana resulta otra fémina, que como Rosalinda aparecerá en el segundo libro, aún no he escrito ni una frase suya sin embargo tengo todo su papel en la cabeza, por ahora no os la presento, solo diré que es una joven de un erotismo tan evidente que, si se hiciera la adaptación al cine peligraría la clasificación de para mayores de 13. Pero no es vulgar. Es como si hubiésemos metido en la termomix a las dos rubias. Tiene sofisticación y, esto constituye el mayor homenaje al maestro, es una espía de la cual no tenemos la seguridad de para qué bando trabaja. Un descubrimiento tardío, por ello no pude presentarlo en el primer libro, pero que creo dará mucho juego, y que, pese a esos matices de los que ya hemos hablado, puede ocupar el puesto de contraste hacia Eteria como rubia desvergonzada.
En fin, que ya me gustaría tener completado Guardianes del Umbral este año, pero tampoco serviría de mucho, porque es una novela que quizá alcance el doble de páginas que la anterior, no es seguro. A prueba de autopublicación, a menos que te sobre el dinero. He preferido, en una estrategia que considero más acertada, el primero asentar unas bases sólidas sobre las cuales pueda construir la saga, aunque luego puedan ser modificadas: redacción de las sinopsis, bocetos, diseño de un buen plan de promoción con el cual llamar la atención de las editoriales, porque de lo contrario a lo máximo que puedo aspirar es a tener siete tacos de folios de variable tamaño metidos en carpetas encima de la mesa.
Además, constantemente me surgen nuevos proyectos, de los que suelo escoger el que más me estimule, y es una suerte, porque no me gustaría que toda mi labor como creador se limitase a una sola idea. En este sentido, la semana Hitchcock no ha caído en saco roto. Tengo el embrión de un nuevo guión de largometraje, compatible de buen grado con la narrativa. Aunque guarda ciertas similitudes con un guión anterior escrito a cuatro manos con un buen amigo, en este caso la idea es escribir sobre un psychokiller, un psicópata vaya. A mí manera, desde luego. Hay muchas maneras de afrontar este género que, si no inventó Hitchcock, al menos sí fue quien le dio fama. Ayer pude visionar una, el Zodiac de David Fincher. Mi propuesta no es tan arriesgada, y no os sorprenderá que os diga que la encuentro muy atractiva. No es cosa de vanidad. Yo, a menos que sea por dinero, no podría trabajar en algo que no pudiera parecerme de tal manera.
Así que empecé la semana hablando sobre Hitchcock, y hacia mediados de la misma escribo algo que bien pudiera haber dirigido él. Ni planeado…
PD- Ya tenéis ahí la foto prometida. Y en versión más grande en mi nuevo fotolog, podéis ver el enlace en la columna de la derecha. Esa sí que pudiera servir de contraportada de algún libro…
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