domingo, julio 25, 2010

LOS CERDOS. Entrega 10.

Habiendo recuperado el vestido y la calma, Jonás se trasladó al futuro laboratorio para ir sacando los enseres que le iban a dar aspecto de tal. Entre ellos asomaba lo clásico: libros, probetas, compuestos, etc. No obstante, algunos elementos desentonaban, como un pequeño juego de ajedrez plegable que sacó. Este era del tipo que suelen usarse para viajes, con pequeñas piezas que se adherían al tablero mediante un imán en su base. Aunque Jonás no tenía contendiente a la vista, se puso a armar el juego, mientras una sonrisa delataba que le traía algunos recuerdos a la mente, los cuales no le habían provocado una reacción tan virulenta como la anterior.

Jonás recordó una auténtica partida de ajedrez, disputada en casa de su amigo Alonso Polión, conocido por él como Al. El tablero era bastante más grande, pero sus figurillas representaban absurdos personajes de dibujos animados. En contraste con ello, la concentración de los dos amigos parecía muy profunda. No se notaba casi ni que respirasen, hasta que Jonás hizo un rápido movimiento y anunció, con solemnidad impostada:

- Jaque mate.

Hecho este anuncio, Al, sin dejarle tiempo para la reacción, barrió de un manotazo todas las figuras del tablero.

- ¡Eh!- protestó Jonás- ¿Qué haces?

- ¿Qué más da?- replicó Al- Ya has ganado, déjame desquitarme. Mi casa, mis reglas…

- Pero es mi ajedrez.

- ¿Es tuyo? Joder, qué patético. Recuérdame que te regale para tu cumpleaños otro, a ser posible más acorde con tu edad.

No obstante, parecía tener cierto valor sentimental para Jonás, quien enfurruñado fue recogiendo las piezas, mientras su silencio daba vía libre a su amigo para que pudiera divagar un poco.

- No pongas esa cara, Jonás… Solo estaba representando una metáfora de la vida. O de lo que a mí me gustaría que fuera la vida. ¿Te imaginas que, al igual que en un tablero de ajedrez, pudiéramos reiniciar la partida de una forma tan sencilla como la que acabo de hacer ahora?

- Dudo que vayamos a reiniciar la partida, viendo tu mal perder de hoy- se burló Jonás- No obstante, puedes seguir filosofando si quieres, dado que alguna de las figuritas parece haber aterrizado a un kilómetro de aquí.

- No es filosofía… Es tan solo un reflejo de mi desencanto. ¿Sabes? Aunque esta sociedad tenga honrosas excepciones de personas excepcionales, como es tu caso, creo que me voy a borrar de ella. Dimito.

Jonás sonrió, con el aspecto de alguien que ya ha oído la misma cantinela unas cuantas veces. Lejos de aburrirse por ello, quiso seguirle la corriente.

- ¿Y a dónde irás?

- Quiero ser pastor. No, no te rías tan pronto. No me refiero a un pastor palurdo, sino a un pastor poeta. Voy a hacer un menosprecio de ciudad, aunque sea una ciudad pequeña como esta, y una alabanza de aldea. Cuidaré de mi ganado y compondré versos en algún locus amoenus, cantaré a los amores de alguna ingrata que será para mis ruegos más dura que las piedras. Mis pasiones serán puramente platónicas.

- ¿Y para amores ingratos no sería suficiente con que te quedaras aquí? En eso tú y yo tenemos bastante experiencia, vaya.

- Creo que lo entenderías mejor si estudiases mi carrera, por suerte tú no la desprecias como la mayoría de tus amiguitos de facultad…

- Antiguos compañeros, querrás decir.

- Iletrados con batas… Bueno, tanto como iletrados no, perdonarás mi hipérbole. Pero alguno merecería ser sodomizado con ese alfil que acabas de recoger. Y sin lubricante.

- Vamos, Al… Ignorancia y prejuicios, eso es todo lo que padecen. Yo creo que al menos tú tienes futuro en tu carrera. Sacas buenas notas, porque te lo curras, ¿de qué coño te serviría todo ese estudio si al final acabas con un rebaño de cabras?

- No estudio por el dinero, supongo… Estudio por placer, por raro que suene, por la mera adquisición de conocimiento. Ojalá esta me pudiese servir para un futuro, pero yo no veo futuro aquí. Lo veo en una vida más sencilla, en una pobrecilla mesa y muy pocos elementos: un jarro de vino, un trozo de queso, algún clásico grecolatino y una libreta por si las Musas son generosas, todo ello envuelto bajo una agradable y leve brisa de montaña…

- Será en verano…- musitó Jonás por lo bajo, mientras acababa la tarea de recoger las figuras. Le era en ocasiones difícil saber si su amigo bromeaba, al menos hasta cierto punto, pero en la mirada que entonces le dedicó Al pudo vislumbrar un intenso brillo de franqueza.

- Soy consciente, Jonás, de que estás llamado a saborear las mieles de la gloria, sin embargo… No sabes cómo me gustaría que compartieras mi destino. Yo sería el pastor Alonsino y tú… Bueno, tú ya tienes un nombre peculiar, no hace falta cambiarlo.

- ¿No crees que, tal vez, si tuvieras al alcance algún amor más carnal podrías renunciar a los platónicos y a esa vida de pastorcillo? Porque, ya que mencionaste a mis viejos compañeros de clase, creo que hay una con la que podrías hacer más que buenas migas.

Al no esperaba aquel giro en la conversación, y por un instante se mostró estupefacto, hasta que su amigo optó por explicarse mejor.

- No es como las demás, desde luego… Es ex- compañera, como todos, pero no llegó a acabar la carrera. Las razones no se las he preguntado aún, pero creo que está un poco pirada.

- ¿Y por eso crees que será apropiada para mí?

- No solo por eso- contestó Jonás con una sonrisa- Claro que yo tampoco puedo presumir mucho de cordura.

- Pero tú lo disimulas mejor… Bien, ¿y entonces qué tiene ese abortado proyecto de química que me pueda interesar?

- El arte. Por eso te estoy contando todo esto. El fin de semana pasado salí con la gente de mi promoción y, por casualidad, nos reencontramos con ella. Nunca hubo demasiado trato entre nosotros, sin embargo charlé un poco con ella y me invitó a asistir a una exposición de pintura esta noche.

- Ajá. ¿Y ella qué hace? ¿Cobra la entrada? ¿Cuelga los cuadros?

- ¡Ja, ja! No me fastidies, Al, ella es la pintora, la artista.

En el rostro de su amigo se pintó por un momento la incredulidad, pero no quería parecer descortés a ese respecto.

- Sí, bueno… No quiero decir que la gente de Ciencias no pueda tener inquietudes artísticas. Los genios del Renacimiento eran buenos en todo, claro que de eso ahora ya no hay mucho por desgracia… Pero esa chica para tener ya su propia exposición tendrá que ser buena, ¿no?

- Es una debutante, aunque eso no esté reñido con su calidad. Como te dije antes, ella nunca tuvo mucho interés por la carrera. Quizá fueron esas inquietudes artísticas de las que hablas las que influyeron en que la dejara. De todos modos, por lo visto su exposición va a tener lugar en una sala que se especializa en apoyar a creadores noveles.

- ¡Ah!- suspiró Al- Qué pena que yo sea un patán con los pinceles, eso me podría ayudar pero, en definitiva, el espíritu del Renacimiento queda muy lejos de mí. Bueno, pues me has picado la curiosidad. Creo que un espíritu abierto, como el que yo presumo de poseer, no debe caer en el tópico. ¿Por qué no va a tener la chiquilla inquietudes artísticas? Las tienes tú también, he podido comprobarlo.

- Cierto- afirmó Jonás- De todos modos aquí hablamos de conceptos diferentes. Yo culturalmente sí soy inquieto, en la medida en la que me lo permite mi verdadera vocación, pero no soy creativo. Ella sí lo es, tú también, y eso es lo que me hace pensar que al menos tenéis un fuerte nexo común.

- ¡Oh, sí, Jonás! Bueno, no quiero hacerme esperanzas. No obstante, en gratitud hacia tu iniciativa y como en efecto tienes intereses culturales, aunque poco tiempo para desarrollarlos, permite que te ofrezca este pequeño obsequio.

Al se dirigió a una estantería en la que los libros formaban pirámides irregulares, al borde del derrumbe. Como por un milagro consiguió extraer uno sin que la obra se viniese abajo, era un delgado ejemplar de las Bucólicas de Virgilio, el mismo que había estado leyendo Jonás la noche anterior.

- Toma- le ofreció- Este libro es bastante breve, ni siquiera tú tienes excusa para no leerlo. Así, si la mujer de la que me hablas al final se desvanece en polvo para mí, podrás irte imbuyendo de espíritu pastoril y quizá así comprendas mejor la decisión que estoy rumiando y que posiblemente seguiré más tarde o más pronto… Por cierto, recuérdame luego que te lo dedique si estoy inspirado, porque ahora me has creado un cierto estado de excitación…

En efecto, Al se levantó de un brinco para dirigirse a un armario ropero, en el cual imperaba un caos parecido al que se observaba en los libros apilados. Jonás observó la sencilla portada del libro, con una sonrisa de afecto. Lo cierto es que él no dedicaba mucho tiempo a leer literatura en sí, pero le gustaba que Al le recomendara o regalara títulos. No solía fallar. Su amigo se hallaba revolviendo entre su ropa.

- ¿Y cómo se supone que uno debe asistir a ese evento? ¿Es algo más o menos… contracultural? ¿Una reunión de bohemios de manual?

Jonás observó a Al y supo que, se pusiera lo que se pusiera encima, su personalidad siempre iba a sobresalir en el conjunto. Como pastor podría tener cierta gracia, con ese pelo rizado que se le alborotaba alrededor del cráneo en una especie de media melena, bajo el cual aparecían unas facciones que, dado el gusto neoclásico del joven, no hubieran desentonado tanto esculpidas en mármol en algún templo de la Antigüedad, aunque ciertamente en Al se rompían todos los moldes, también los de las estatuas.

Ahora él no estaba, ni para jugar ni para enviar a esas minúsculas piezas de ajedrez a arrastrarse junto a los insectos. Como suele suceder en circunstancias análogas, aquella noche él había errado, al menos en parte, el tiro, y aquella ex – compañera de facultad que quiso endosar a su camarada no era otra que la misma figura que en su recuerdo bajo la ducha.

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