viernes, julio 09, 2010

¡A metamorfosearse!


Por si fuera poco con la pereza, ha tenido que sumarse, parece que por breve tiempo afortunadamente, la enfermedad. Bueno, tiene su lógica. Ya he dicho que el calor me sienta mal, tanto respecto a la tensión como otros factores. Si de mí dependiera, el verano no existiría, al menos desde el punto de vista meteorológico. Además, cuesta en mayor manera cuidar la garganta. Yo me prometí que no abusaría de los cubitos de hielo pero, con el mismo espíritu suicida que a mi juicio poseen aquellos que estos días se ponen a correr detrás de morlacos, parece ser que he irritado a mi garganta y en castigo ayer tuve algo de fiebre, nada grave en todo caso pero que me dejó en casa cuando en verdad tenía ganas de salir. Habrá que estar al loro para lo que resta.
Por no poder ni siquiera pude leer, ahora me he metido con un libro que me ha ayudado en parte en la adquisición de una o dos matrículas, Las metamorfosis de Ovidio. Esta es la principal fuente de la que bebían los poetas del Renacimiento y el Barroco a la hora de adaptar los mitos de la Antigüedad grecolatina a la moralidad cristiana. Hay que reconocer que, sin esa moralidad, el libro es una sucesión continua de monstruosidades capaz de poner los pelos de punta. Si acaso se puede salvar a algún personaje, como Orfeo, sobre el que hice mi último trabajo. Pero, ¿qué decir de los dioses, mucho más abyectos que los seres humanos? No son más que un puñado de vengativos violadores, un grupo de criminales entre los que no destaca ni la propia diosa de la Sabiduría; están a años luz de lo que yo considero que debería ser un dios, en el caso de que existiera.
No es de extrañar que la mecha del cristianismo prendiera pronto, su mensaje era mucho más positivo, al menos cuando aún no estaba desvirtuado. Hoy en día ya nadie cree en los dioses grecorromanos, a menos que esté mal de la cabeza, y yo me pregunto si llegará el día en que los libros ahora considerados como sagrados se verán como un catálogo de mitos, al igual que el volumen de Ovidio. Es posible, pero ninguno de nosotros vivirá para verlo, digo yo. Por lo que a mí respecta, seguiré leyendo el libro y procuraré hacerlo no desde mi perspectiva contemporánea sino poniéndome en contexto, para ver si así se me hace más digerible esta serie de incestos, canibalismo, matanzas y demás lindezas varias. Feliz fin de semana, moderado en mi caso si no quiero recaer.

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