domingo, octubre 22, 2006

Franco y su legado



Pues sí. Ayer terminé la espléndida biografía del caudillo escrita por Paul Preston. Se la recomiendo a cualquiera que tenga tiempo, que es un buen tocho, y desde luego la prefiero al nuevo revisionismo histórico de Vidal, Moa and company.
El espíritu de Paco Franco murió en el libro pero resucitó en las fascistas conductas de algunos jóvenes de hoy en día, españolitos de pro y cobardes de mierda que se amparan en el uso desproporcionado de la fuerza al igual que en tiempos franquistas se enviaba a toda cuadrilla de exaltados para dar palizas.
Menuda fiesta de cumpleaños. Primero, en la discopija Riviera, a Oscar le pegan unos, luego no nos dejan entrar a Nacho y a mí, y regresando nos topamos con una pandilla de bakalaeros niñatos que nos siguen hasta que a mí me parten la ceja y me quitan la cartera. Desde luego que no era momento de heroísmos infantiles, y suerte tuve de que esa banda de gallináceas, que luego salieron a la fuga, no me hicieran nada más. No quiero autoculparme de esto, pero desde luego que tendríamos que habernos quedado en el Rebel, y en las dos semanas que quedan, y ya veremos el año que viene, se acabaron los lugares para descerebrados.
Pues sí, no hay cojones. Tan cobardes ellos como los que en la dictadura se amparaban en partidas de la porra, y salvando el tiempo, tanto como los marroquíes, antiguos aliados de Franco, que pusieron las bombas en los trenes del 11-m.
Como estoy puteado voy a ser un poco bruto y diré que en dichos trenes se echaron en falta energúmenos como estos, cuya pérdida no se echaría en falta.

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