Breve encuentro

To Alicia.

No, no he visto esta película de David Lean, cari, pero me venía al pelo para titular lo que nos ha sucedido en este nuevo regreso a Ítaca que concluyó ayer. Un encuentro breve, pero que al menos se dio la fortuna de producirse, porque lo contrario ya habría supuesto demasiada mala leche que tragar, I suppose.

En realidad mi vuelta, corta ya de por sí, no fue una huída adelante como la última ocasión, yo me encuentro muy a gusto en Madrid, pleno de energía y proyectos, pero tampoco quiero perder ese nexo que me une a los orígenes, y aunque solo fuera por cuatro días, volver. Volveeeeerrrr.... A ver a mis familiares, desde luego. También a Alejandro, en el Cafelito. A los Amilivia Brothers en Misión Húmedo, en fin, a todos. Y a tí especialmente, porque tras coincidir todos los días aquí, necesitaba que supieras que mi imagen no es la de un huevo tachado, y saber que la tuya no era la figura aliciesca vía Disney. Verte y palparte para comprobar que no estás compuesta de bytes, cual holograma virtual.

Esta vez haremos caso a Gracián, y veamos bien esa compacta ruta que transcurrió, en dos horas y media, comenzando en el apropiado marco de una estación de autobuses, cuando te vi aparecer y por debajo de tu sudadera de gnomo sobresalía esa camiseta rosa que sin duda te queda mejor a ti que a mí, aunque no la rellenes tanto, jeje; pasando por el despacho de quinielas, mi casa y un par de bares de tapas. Y que al menos pude darte lo que había comprado ex profeso para ti. Recordemos una frase del maestro:

A ella le gustaría comprarme una bicicleta (lo ha dicho millones de veces: Si pudiera, Buddy. La vida ya es bastante mala cuando tienes que prescindir de las cosas que te gustan a ti; pero, diablos, lo que más me enfurece es no poder regalar aquello que les gusta a los otros)

Truman Capote, Un recuerdo navideño.

Por eso, me alegraré si puedes ir trazando hipotéticas rutas parisinas. Y ya volverá lo que dejamos atrás. Los panninis se enfriaron. Sin proyección quedaron Little Britain, Dragones y Mazmorras, los enanitos o tu propia figura en dibujo. No pudimos invitarte, con perdón, a formar un trío jugando al Twister. Y las litronas aún almacenadas. Debería darme rabia. Pero creo que no. Me da entereza, y entusiasmo. Casi desde el principio de mi vida he tenido que enfrentarme al destino, contra los que me lo ponían dificil, me minusvaloraban o no dejaban que me desarrollara a mi propia manera. Pero mucho de lo que por entonces me parecía inalcanzable lo he llegado a conseguir, a veces en hastío. Lo de este finde ha podido parecer una conjucción de hechos tan apabullante que solo podría echarse la culpa a una hipotética barrera invisible impuesta por el hado. Como aquellas semanas que tildábamos antaño de semanis horribilis... Sea como fuere, ese breve encuentro a mí me ha dado fuerzas y, teniendo en cuenta que hemos tardado menos de un mes en vernos, será menos o no mucho más lo que reste para el próximo encuentro, allí o aquí.

Por el momento, cojo mi máquina del tiempo y mi Moleskine errante, con ellas espero estar a la altura de la confianza que has depositado en mí. Sabes que, de entre todo lo demás, lo que más lamenté fue no poder hablar en persona de ese nuevo rumbo en mi planning anual que tomé ayer. Pero bueno, ya sabes que esas crónicas contarán con tu asesoramiento...

No aburriré más ni a ti ni a quienes os toméis la molestia de leer esto. No me arrepiento de haber ido a León. Últimamente siempre saco algo bueno de allí, que eclipsa a todos lo demás, ya sea el virus, la lluvia o la separación.

Alicia, que el gobernador de Libia y el de París te acompañen, amore.

Besos