domingo, enero 25, 2009

Bienvenidos al Norte.


Ayer no me atrevo a decir que fuera un día perdido, pero sí frustrante en lo que toca al plan que había previsto. Tampoco es gran sorpresa. Sábados y domingos son días bastante difíciles aquí en cuanto al estudio se refiere. Y ni siquiera estudio era lo que acometí ayer, sino repaso, en teoría bastante más sencillo; pero un ataque primero de pereza y luego de desidia mandó a la mierda mis expectativas. Lo peor no eso, sino que pudiera haberme puesto entonces a otras actividades productivas, como mi colaboración con Hopewell o el poema que quería colgar hoy. Todo fue inútil. De los restos del naufragio puedo salvar algo de lectura, de escritura, una exitosa partida de Héroes y una película que vi para recuperarme de tanto desatino.

Se llama Bienvenidos al Norte y es la película francesa más taquillera hasta el momento. Tiene su lógica. A fin de cuentas, es una comedia amable, casi familiar, con sus momentos de sentimentalismo y que canta a valores universales. Tan universales que, cómo no, Hollywood ya prepara un remake. Quizá aquí en León pudiera hacerse también, a fin de cuentas somos del norte, ¿no? Eso sí, a diferencia del dialecto ch´timi de la película, variante diatópica (esto al menos sí me lo he aprendido) sobre la que se basan muchos chistes del filme, aquí se habla un español bastante puro, no en vano la Universidad de Whasington ha escogido este terruño para montar un centro de enseñanza. Yo la versión hispana la vería más bien situada en el País Vasco, con un humor del estilo de ¡Vaya semanita!, con leñadores, batasunos y nekanes pululando a sus anchas ante el desconcierto de un funcionario de Madrid votante de derechas. O, mejor aún, Bienvenidos al Sur; sin ánimo de ofender a nadie, ni siquiera a la ministra de Fomento. Conste que yo estuve en Granada unos días y se me hicieron muy gratos, deseando volver este año por fin; en cambio, mi también fugaz visita a Puerto de Santa María, en Cádiz, la pasé como si viviera entre extraterrestres. El sentimiento era mutuo; a mí llegaron a tildarme de japonés.

Aunque para marciana, la teoría de nuestro profesor de Latín del curso pasado sobre por qué, supuestamente, hay tantos homosexuales en Cádiz. Sostiene que, hace varios siglos, los vagos y maleantes de entonces eran llevados allí para embarcar hacia América. Pero no todos se fueron, y los que quedaron he de suponer que hayan transmitido sus genes gays de generación en generación hasta ahora. (Maurilio- Mi amigo Carlitos le pone el brazo a mi mujer por la cintura, pero yo no me encelo. ¡Es una mujer cogiendo a otra mujer!) Yo no se qué es más increíble, si la transmisión genética de la homosexualidad o que esta sea una enfermedad y se pueda curar... Lo cierto es que este año ha habido cierta polémica por unas letras de las chirigotas gaditanas que han sido acusadas de homófobas. Yo no las he escuchado, de todos modos en Carnaval es bueno reírse de uno mismo; y los gays saben hacerlo muy bien.

De canciones y homosexualidad tengo un tema pendiente que sacaré otro día si tengo ganas; tiempo imagino que tendré, habida cuenta del relax con el que me estoy tomando este examen. De perdidos al río, a ver si esta tarde me voy a tomar algo fuera de este zulo, aunque los pocos resistentes que quedan en León se hallen en la misma situación que yo...

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