martes, mayo 22, 2007

Moleskine de un viajero en USA. Episodio V


DE LA SUITE AL MCDONALD’S, UN MILLON DE CHINOS Y YO, MARINERITOS EN TIERRA. (Y DOS)


Desayunamos en el hotel, luego Paco marcho al Moscone Center, el palacio de convenciones, y yo pues hacia un rumbo incierto, porque en principio queria ir hacia Embarcadero, la calle que bordea el puerto, pero acabe en una zona bastante mas cercana, Chinatown. La reconoci por su famosa entrada en forma de puerta con dos leones chinos custodiandola. No es que tuviera pensado comenzar por ahí, pero callejeando me vi sumergido en una marea asiatica, porque era temprano y me meti por Stockhom Street, alli compre mis primeros souvenirs, tambien una pulsera con moneda china de la suerte para mi, y mas adelante tope de lleno con los mercados de Stockhom, un bullicio de puestos y cientos de habitantes del barrio, una especie de China dentro de la propia ciudad, tuve la impresión de ser el unico turista, y no cambie de idea hasta llegar a la calle Grant, que era donde estaba situada la puerta pero yo la cogi bastante mas arriba. Esa si es una avenida orientada hacia los visitantes, con todos esos bazares, hermanos mayores de aquellos que estan proliferando tanto por mi ciudad natal, y que para el viajante de presupusto escaso es buena excusa para atiborrase los bolsillos de baratijas que llevar a modo de souvenirs, aunque la verdad es que yo todavia no he adoptado del todo esa estrategia. Estaba esperando a los ultimos dias, no sea que la inspiracion me permita encontrar obsequios economicos pero no de naturaleza tan evidentemente cutre. Lo que si queria era encontrar la fabrica de galletas de la fortuna, originarias de San Francisco aunque tambien cuenten con descendencia bastarda entre nuestros chinos nacionales. Para llegar a ella, debi utilizar ya desde la primera jornada el sentido de la orientacion con mapa adosado, y no se me dio mal porque la minuscula fabrica esta situada en un callejon lateral, pero es tanta su fama que pronto se lleno de foraneos. Pille una bolsa, que seria mi unica comida, aunque dudo que las fortune cookies se puedan convertir en penitencia de una hamburguesa. Los mensajes de dentro, que por un lado tienen una serie de numeros como si fuera la Primitiva, por el otro muestras sentencias supuestamente profeticas, que en algunas cosas aciertan pero otras resulta inteligible del todo. Como una que me decia que voy a pasar por una experiencia divertida a traves de dunas del desierto. Querra poner en evidencia que nos vamos a perder?
Involuntariamente me meti luego por una calle llena de locales de strip – teases, sex – shops y demas parafernalia decadente, no se llamaba calle Montera sino Broadway, y estaba situada en North Beach, la zona beatnik cien por cien, pero a esas horas y sin bombillas de neon resultaban de lo mas inofensivo, y mi objetivo primigenio al cual me dirigia era el puerto. ¡El mar! Cuanto tiempo ya sin posar mis ojos sobre el. Y alli estaba en todo su esplendor, con el puente hacia Oakland cruzando el horizonte. Embarcadero es un paseo que bordea todos los muelles, hasta llegar a uno de nombre famoso, el Pier 39, hogar tanto de los conocidos leones marinos como de un centro comercial que semejaba una Disneylandia marinera. Una zona turistica a mansalva. Pero merece la pena, aunque solo sea por ver a esa colonia de enormes bichos que crean un efecto hipnotico hacia un espectador que no esta en un zoo ni un acuario, sino contemplando a unos animales que han elegido instalarse alli sin necesidad de ser alimentados ni de hacer otras monerias que no sean su propio comportamiento, tumbados a la bartola sobre las plataformas como enormes salchichas de foca, que luego en cambio son capaces de nadar y saltar agilmente del agua hacia la madera, y de pelearse entre ellos a empujones por asentarse en la mejor parcela. Si, como si fuera un infante, reconozco que me quede embobado durante un buen rato, convencido de que el espectaculo de la naturaleza en su propio estado no se puede comparar en absoluto al oropel con el que se adornan centros comerciales como ese, trampas para pudientes que desde luego a mi no me atrapo, porque me fui con mis galletas a otra parte, recorriendo un poco mas de Embarcadero hasta que regrese al hotel para esperar a Paco, habiendo localizado ya un sitio para una cena mas decente que la anterior, algo mas alla del Pier 39 habia una fabrica de pan de larga tradicion, la Boudin Bakery, que tambien servia platos tipicos de San Francisco y otras variedades. Asi que, aunque termine algo harto de la calle, alli regrese, seguian en forma los leones marinos y todo, yo queria tomar un Chowder Claim, que es un mendrugo de pan abierto y usado de cazuela para una salsa con almejas. Tomo el mundo lo pedia alli. Supongo que fue eso lo que me llevo a comerlo, el borreguismo, teniendo en cuenta que a mi el sabor a pescado nunca me ha gustado demasiado. No podia comprender como en el camino nos habiamos encontrados tantos potes de pan vacios, abandondas a su suerte tras haber alojado el viscoso mejunje. Necio pensamiento. Yo tambien me deje medio recipiente. En efecto, sabia demasiado a pescado. Pero al menos me dio fuerzas para retomar los pasos en el cuarto en un dia y confio ultimo paseo por Embarcadero desde Fihserman’s Wharf. A la vuelta tambien pasamos por Broadway, y como era de noche si vimos de todo, incluso furgonetas con gente llegando para ver a las nude dancing girls y un hombre en sillas de ruedas, mecanica desde luego, remontando la colina para internarse en el barrio, quiza tambien quisiera tener una racion de contemplativo pecado. En fin, como podeis comprobar, es un viaje compacto en una ciudad compacta. Todo no lo veremos, pero vamos a aprovechar hasta el ultimo segundo. Aunque nuestros pies nos supliquen, nuestro nivel de grasa vaya aumentando peligrosamente hasta convertirnos en Leones marinos, y en mi caso me haya puesto tan colorado por el traidor sol californiano como uno de esos cangrejos tan tipicos tambien de aquí.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te esta cundiendo, vas a atener que escribir una guia de SF!
Paco