miércoles, mayo 23, 2007

Moleskine de un viajero en USA. Episodio VIII


EL ESPERPENTO NACIONAL (DE CALIFORNIA), POR REESE LEON. (ONE)

Aclaremos un poco el titulo, avanzando sobre el terreno. Veamos, si alguien hace del esperpento uno de los pilares de su creacion, incluso llamando a una de sus novelas, inedita, El esperpento nacional, y luego viaja a un pais extranjero, cuantas posibilidades hay de que el unico restaurante de comida tipica de su pais se llame, precisamente, El esperpento? Una entre un millon? Pues, de una manera a su modo tambien esperpentica, en mi se ha dado. Y vale que luego por dentro habia flamenco, guardias civiles y mantones de Manila, pero quien le dio nombre al establecimiento al menos digo que yo que conoceria la obra del gran Valle-Inclan.
Antes de llegar al suculento almuerzo, debemos pasar una jornada campestre dentro de la ciudad, un dia de campo podria decirse remedando el titulo del relato de Guy de Maupassant que lei de hecho ayer, gran escritor que he descubierto en mi estancia aquí. Mi meta era el Golden Gate Park. Paco estuvo el dia anterior en la meta final del Bay to Breakers, y llego hasta la playa del oceano Pacifico. Yo no hice tanto, luego veremos por que, pero esa gran arteria verde que ocupa una extension considerable dentro de la ciudad era uno de mis objetivos estrella. Para llegar hasta alli, atravesaria otro de esos lugares con encanto de los que SF esta llena, y si antes hablabamos de los beatniks de North Beach, pues al parque se puede llegar atravesando la calle Haight, que en su cruce con Asbury da nombre al barrio hippie vestigio de los sesenta, si, la decada de If you come to San Francisco be sure to wear some flowers in your hair. Colores chillones por todas las fachadas, flower-power, murales, muchisimas tiendas de fumetas, recuerdos, abalorios, papel higienico con la cara de Bush, librerias anarquistas... Un barrio de buen rollo, con algunos ancianos de luenga barba que quiza hayan sobrevivido a la epoca, o no sean mas que otra faccion de homeless trasladados a un sitio que acoge a colgados de variada catadura.
Nada mas llegar al parque hay una colina, Hippie Hill, que recuerda aquellos dias en los que se retozaba escuchando a Janis Joplin o Jimmy Hendrix, pero yo pase directamente hacia la unica zona que tenia especificada como apetecible de visitar en la guia. Por alli esta el museo californiano de ciencias, pero estaba en obras. Habra elecciones a la vista? Atravese una plaza en la cual habia un anfiteatro de estilo griego que supongo se utilizara para conciertos, y rodeandola numerosas estatuas de carácter cultural, entre ellas una de nuestro Cervantes con Quijote y Sancho Panza, que si a Shakespeare le dan todo un jardin, en el cual estuve mas tarde, que menos que un buen busto que le recuerde. Llegue a la Japanese Tea Garden, creo que no requiere traduccion, un jardin pequenyo pero precioso, de estilo no se si japones o chino, que de eso sabe Paco mas, pero abundante en pagodas, detalles zen, bonsais y arroyuelos. Una delicia poder contemplar ese paisaje tomando un te verde helado, o de jazmin. Yo asi lo hice, cuando aun tenia pensado llegar bastante lejos. Como rinconcito prefiero ese, aunque mucho mas espectacular y variado era el jardin botanico, un verdadero bosque para perderse, de hecho yo me perdi en un par de ocasiones, delimitado por zonas geograficas, con especies de cada pais y tambien de la zona de California, algunas secuoyas de tamanyo normal, las gigantes las veremos en Yosemite. Este sitio, junto al anterior y el Shakespeare Garden, constituyo el triangulo verde en el que me movi ayer. Peque de un par de errores. El mas obvio fue desorientarme claro, pero tampoco tenia vituallas como para hacer un almuerzo en la arena, porque crei que el sitio seria como el Retiro, con sus puestos de barquillos y churros, y alli no habia nada de nada, por lo que tuve que volver a la casita del te a comer lo unico consistente que tenian alli, Doritos y Chetos. ¡Que recuerdos a mi juventud de buscador de tazos! En el fondo no me importo, porque el sitio me habia enamorado, y en una segundo recorrido pude ir perdiendome en detalles que antes no habia captado. La cultura oriental se basa en ellos... Asi que te y literatura de calidad, un binomio que me ha otorgado muchos placeres este anyo, y si encima es en plena naturaleza, suenen seraficos clarines. Dejemos la playa quiza para cuando visitemos el Golden Gate Bridge, y si no pues oye, siempre nos quedara la de Gijon...

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