domingo, mayo 27, 2007

Moleskine de un viajero en USA. Episodio X


REGRESO AL DEPORTE, ROAD TRIP Y CAMBIO RADICAL (ONE)

Escribo esta cronica, en el limite de mis fuerzas y sin una conexión wireless mediante la cual pueda colgarla instantaneamente, en la habitacion de un motel de carretera en plena montanya, el Cedar Lodge. Estamos en las puertas del Yosemite National Park, y hemos pasado de amanecer en la suite del Galleria Park de San Francisco a pernoctar en este establecimiento con cierto encanto, no tan cutre como imaginaba en principio, bastante mejor que cualquier lugar en el que Abrasadores y demas realizamos nuestras excursioncitas en los montes de Leon, aunque no menos cierto es que esta perdido en medio de la nada, el pueblo mas cercano se llama El Portal y de hecho si acaso puede que disponga de un portal para los escasos habitantes que alli moren cual eremitas. Esto si que es un cambio radical y no los del programa de la cirugia estetica, pero al menos un viaje contrastes es un viaje que permite ver multiples facetas del lugar visitado, y en este caso lo estamos consiguiendo.
Que nadie me juzgue mal. Yo soy un apasionado del campo y la naturaleza. Yo idee las excursiones de primos mientras pudieron realizarse. Yo iba a realizar un documental en el Puerto de San Isidro, y aun no descarto un proyecto similar. Yo siempre busco, y no suelo encontrar, gente que quiera echarse la tienda de campanya a la espalda y liarse a andar, sin machacarse desde luego, que al menos yo suelo tener actividades sedentarias y si salgo a disfrutar un poco el aire fresco me traen al pairo las prisas. En este viaje que ha hecho de la variedad su principal estimulo, ha habido un punto de giro, tras la jornada de ayer que podria resultar de hecho climatica.
Comencemos por ahí. Cierto que la actividad matutina no pudo resultar mas sosegada, en cinco dias ya habia condensado casi todo lo que me resultaba basico de visitar, tan solo faltaba la guinda del pastel, la joya de la corona, y podria seguir con estas comparativas hasta el infinito, solo digo que si se dice en voz alta el nombre de San Francisco la mayoria pensara en el Golden Gate Bridge, y ese era el objetivo para la tarde. Hice bien, pues, en relajarme antes. En los Yerbabuena Gardens me tome un picnic sobre el cesped mientras me empezaba las Tales of the City de Armistead Maupin, unas cronicas, tal como pudieran ser estas, que se publicaron inicialmente en el San Francisco Chronicle para luego reunirse bajo el formato de varias novelas. Me gusto reconocer lugares de la accion que si las hubiera leido antes me sonarian como algo extranyo. A las tres regresaba el hotel para inicar junto con Paco, que ya habia terminado su congreso, y Katya, una companyera de currelo rusa, el bike trip que me hizo retroceder diez anyos en mi vida, no solo por rejuvenecer, sino porque mas o menos esa era la epoca que recuerde que cogi mi ultima bici, creo que en Finlandia. Es realmente necesario que me vaya al extranjero para montarme en ese cacharro? Puede. Me las veia muy felices yo pensando en que podria atravesar ese simbolo a pie, algo factible aunque poco probable tras llevar cinco dias de subidas, bajadas y rules en general. Las piernas tampoco iban a descansar, pero al menos optamos por otro medio desde el cual se gozaba de una sensacion mucho mas reconfortante.
La bici, si. Fuimos a una empresa muy organizada que se encargaba de todo, alquiler, mapas, luego vuelta en ferry. No recordaba mucho de bicicletas. La ultima por la que tenia un carinyo especial fue una que fue llamada porqueria, pero al menos gozaba de un sillin bastante mas comodo que este gracias al cual me acuerdo cada vez que me siento, si, para tener un culo dolorido no hace falta visitar Castro. Yo no es que desprecie el deporte, pero aparte de que no estoy acostumbrado, creo que tengo un problema de resistencia. Con excepciones, he visto a lo largo de los anyos como tanto en el colegio como en el ultimo campamento de trekking en el que me enrole, conseguia todas las metas, pasito a pasito, pero a mi ritmo y siendo adelantado incluso por personas con el doble de grasa en el cuerpo que yo. Bueno, no es algo que me averguence. Mi carrera de deportista profesional fue la primera que deseche. De todos modos, teniendo en cuenta que llevaba casi una semana de caminata intensa y poco acostumbrado a esas lides, creo que no se me dio mal. Mi ruta en bici por la bahia solo tuvo ciertas trampas cuesta arriba, por aquellas traicioneras colinas que no subi a pedal sino a pata, con la bici a cuestas y a mi bola frente a todos los mailots que me adelantaban. Eso si, el puente lo pase completo sobre ruedas. No me hubiera atrevido a permanecer mucho tiempo de pie alli. Impresiona. La caida hacia al oceano debe ser tremenda. Un lugar muy atrayente para suicidas, de hecho en el siniestro ranking de lugares para despojarse de la vida, ocupa el numero uno. Eso pensaba yo mientras circulaba por alli, y algun alma en pena debio sentir telepatia hacia esas cavilaciones, porque en ese mismo momento decidio engrosar la estadistica poniendo fin a una existencia a la cual no debia otorgar mucho valor. Si, un suicida se arrojo desde el puente, aunque yo por suerte no contemple la escena, fue Paco quien casualmente observo el momento fatal, el y al menos dos testigos mas que llamaron a la policia para confirmar su testimonio. Una nota macabra para una travesia que estaba resultando un canto a la vida y a la libertad, y es que no todos los dias se recorre el Golden Gate Bridge con el viento de la bahia refrescandote la cara. Born to be wild. Juro que, si este verano me toca servir sandwiches o vender cuadernillos a la gentuza de turno, tratare de revivir esa escena como el contraste entre una existencia que se apaga y otra que no piensa en el miedo, en el vertigo, solo en seguir hacia delante sin mirar atrás y pensando en la meta.
Y aquella fue Sausalito, el primer pueblo nada mas cruzar el puente, abundante en galerias de arte y anticuallas que recorrimos en mas bien poco tiempo, ya que debiamos coger el ultimo ferry que nos llevara de nuevo al puerto de San Francisco. Era uno de los pocos medios de transporte que no habiamos utilizado en este viaje, via maritima, y eso es raro en una ciudad costera, asi que cumplimos y terminamos en el muelle uno de la calle Embarcadero, por la que nos subimos con las bicis el paseo hasta regresarlas al garaje para luego cenar una vez mas en Fisherman’s Wharf, y aunque se barajo un retorno a la Boudin Bakery, ya fuera por no repetir o porque un viaje tan prodigioso como ese necesitaba de un sitio a la altura, fuimos a un restaurante de mayor categoria, el Gamurro’s, italiano con especialidades de la bahia, aunque Paco y yo pedimos el plato tipico durante toda mi estancia aquí, la pizza, aunque la mia con langostinos, que no se diga. La cena y nuestra ultima noche en el Galleria Park fue decir adios al lujo y hola a la aventura, lamente de veras tener que despedirme de esa ciudad de la que se dice que todo el mundo se enamora, y yo no soy ninguna excepcion. Suerte que en pocos dias he podido descubrir muchas de sus maravillas, pero se necesitaria una vida complementaria para desarrollarla alli.

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