miércoles, julio 15, 2009

Los cerdos.


Ayer tuve un cónclave con tres hermanos muy queridos por mí, tanto que espiritualmente podría considerarme uno cuarto. Durante el mismo expuse las escenas iniciales y algunos conceptos básicos del guión que estoy escribiendo. Tras meditarlo, creo que no voy a escribir aquí la sinopsis, tarea engorrosa y que ahora mismo no tengo segura del todo. A algunos de los lectores de este blog os enviaré el guión, una primera versión, y si antes de ello os comento algo supongo que será a viva voz. Es mejor así, para no romper la magia de un proyecto que no se muy bien cómo clasificar, a mí que nunca me han gustado las etiquetas. Solo diré que su protagonista es Jonás Virgil y que empieza en un autobús, como me gusta que suceda en mis historias (aunque soy consciente de que no todas pueden comenzar así)

A veces me sorprendo de la gran cantidad de ideas y esbozos que tengo por mis cajones, como si fueran un almacén con víveres a la espera de tiempos de sequía creativa, una escasez que por fortuna no suele afectarme. Lo cierto es que me siento a gusto escribiendo este guión, y soy feliz por ello. Me entusiasma, supongo que porque tiene muchos aspectos personales, mezclados como siempre con la ficción de manera que proporciona una grata sensación catártica a la hora de escribir, a veces amarga pero del mismo modo que cuando tienes que tomar una medicina...

Con gran interés sobre todo he redescubierto la escaleta de ÍTAKA, la primera cosa que escribí justo después de reiniciar Filología en León. Ese sí que sería un buen proyecto para retomar, por no hablar de El ser reprimido, Lejos del Arco Iris... En fin. Más vale que sobren, eso es obvio. Aún no he podido ver el último capítulo de Pigmalión, pero en cuanto lo haga os pasaré otro pequeño recordatorio.

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