viernes, julio 17, 2009

Mi vida como un jabalí.


¡Qué grandiosa es la vida, cuántas coincidencias, ironías y casualidades utiliza para sorprendernos! Lo he comprobado hoy mientras jugaba al Age (dígase Eich) De hecho, es de lo poco que podría hacer hoy tras haber estado anoche en la fiesta que montaron los de la revista Azul Eléctrico, en la cual espero colaborar, esta vez sí, para el próximo número.

Esta semana, que he empezado a escribir un guión llamado, por ahora, Los cerdos, resulta que en dicho juego me he visto convertido en un pariente cercano, el jabalí. Tras la Ilíada viene la Odisea, y en uno de esos extraños recovecos que tiene el juego he pasado de Egipto a la isla de Circe, la pérfida hechicera que me convirtió en jabalí, con la misión de escoltar a una piara de cerdos, que en realidad son los compañeros de Ulises, hasta que logremos el asalto a la fortaleza de la bruja. Lo que pase después lo desconozco porque no he seguido con la partida, pero sospecho que va a tener poco que ver con Homero. Por desgracia, algunos de los puercos que tenía bajo mi amparo han acabado tan despedazados como el cochinillo que me metí el pasado domingo (una delicia... ¡Suerte de tener gustos omnívoros!)

Circe, a quien iba a referirse uno de los personajes del guión cuando continuara la escritura, qué curioso... Espero verme sorprendido más veces por esa clase de positivas señales.

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