WHASINGTON DC: RATA DE MUSEO.
Mucho me va a costar escribir esta cronica, no tanto por pereza como por el hecho de que es la ultima que voy a relatar desde aquí, a menos que algun cataclismo no deseado me obligue a permanecer mas, factor que me desagradaria ya que el viaje ha sido perfecto hasta ahora y no hay ninguna razon para alargarlo, maxime cuando por azares de la vida voy a poder extender mi ociosidad por un mes en mi ciudad natal, y eso si que me satisface bastante.
Nadie espere tracas y fuegos en mi despedida, porque en el par de dias de los que he dispuesto a nuestro regreso de SF, me he limitado a hacer la misma ruta que tantos y tantos turistas que llegan a la capital del interior en pos de los monumentos de patriotica visita, o de todos esos autobuses amarillos que escupen a escolares de la misma manera en la que a nosotros nos llevaban a ver el museo del Prado o el cine IMAX en Madrid como si fuera el colmo de la modernidad. Mi primera jornada se baso mas en lo que se denomina el Federal Triangle, posiblemente el triangulo con mas poder del mundo. Y he de reconocer que al menos desde el punto de vista arquitectonico si que impresiona.
Comence por el obelisco en memoria de Whasington, hay que detallar que Estados Unidos es una nacion fundada en su mayoria por masones, no es dificil encontrar numerosos signos misteriosos y arcanos en los billetes y por todas partes, como este gigantesco pilar de reminiscencias egipcias que podria bien erigirse en vertice del triangulo. Hacia un lado se vislumbraba al fondo el memorial de Lincoln, separado por la piscina reflectante. De estructura parecida al Partenon, es solemne de austeridad y por la fuerza que desprende la majestuosa figura del presidente sentado, no se si se basarian en el Moises de Miguel Angel para esculpirlo, pero se diria que va a girar el rostro para observarnos de frente. Complete la triada de presidentes ilustres con el Jefferson Memorial, en forma de templo redondo hacia el cual se llegaba bordeando una laguna. He de remarcar a todo esto que hacia un calor mucho mas sofocante que en California, que a fin de cuentas tenia un clima mas mediterraneo, y la explanada del Mall, pese a las hileras de arboles plantados, no propiciaba mucha sombra a la cual resguardarse. Las distancias entre un monumento y otro eran mayores de lo que podria deducir del mapa, por lo cual tenia ya ganas de meterme en algun lugar fresquito. Al volver pase a cierta distancia de la Casa Blanca, aunque no me interesa mucho ni ella ni quien alli vive, y luego cogi la avenida de los museos, estrenando el momento Smithsonian. Mi primera parada fue el museo nacional de arte africano, en el cual destacaba una colección perteneciente a la Walt Disney Company con varias mascaras y figuras inquietantes cuanto menos. Luego rodee unos jardines de escultura al aire libre, y no precisamente de donnadies, sino que alli a la intemperie estaban plantadas como setas obras de Picasso, Miro, Rodin y un largo etcetera. No salia de mi asombro, pero aun me faltaba un edificio ilustre, ese que suele ser utilizado de fondo en los telediarios cuando realizan la conexión con esta ciudad, el Capitolio, hogar del Senado y la Camara de representantes, hacia alli me acerque, hasta las escaleras porque estas estaban cortadas salvo para grupos acreditados. A mi lo de andar me va por momentos, y aprovechando que pese a irme arrastrando estaba en racha, tire hacia arriba, para descubrir el downtown de la ciudad y coger algo de comer que mas bien iba a ser merienda. En un Starbucks estaba disfrutando de mis primeras zanahorias desde que me vine aquí, cuando, como una vision de futuro sin bola de cristal ni nada parecido, me vi aislado entre un grupo de colegiales multietnico que se puso a jugar a dar palmitas y otras cabriolas. Llegue hasta Dupont Circle y ahí ya cogi el metro hasta Bethesda, pero no seria mi ultima contacto con la capital, porque luego Paco me llevo, en coche claro, a visitar Georgetown y su universidad, donde el buen amigo del presidente, quien le bautizo como Ansar, suele dar una conferencia magistral de vez en cuando. Tambien paseamos por el puerto deportivo, no de mar sino del rio Potomac, aunque con tanta animacion como una version en miniatura de Fisherman’s Wharf. Tanto nos enrollamos que al volver a la ciudad nos habian cerrados todos los restaurantes, poco me importo porque yo ya no tenia donde caerme muerto y las ventajas de la pasta instantanea siempre son bien recibidas en esos casos.
Ayer volvi a introducirme en mi maquina del tiempo, pero esta vez no retrocedi diez anyos, sino quince. Estuve en cuatro museos, pero la mitad de ellos, pese a la seriedad que su misma designacion conlleva, podrian haber pasado por Disneylandia. Especialmente el de historia natural, pero es obvio. Animales y dinosuarios, un parque jurasico de huesos en el cual pude comprobar si los topicos sobre colegios yanquis eran ciertos, y entre aquellas manadas, todos con la misma camiseta de Trip to DC o algo asi, podian rescatarse varios prototipos que reconocia de haber estado toda mi vida expuesto al colonialismo cultural via TV primordialmente. La cosa no era muy diferente en del aire y el espacio. Ya para rematar fui a comer a McDonalds, por una cuestion pragmatica mas bien, queria comida que llenase sin entrar en cavilaciones sobre de que estaria hecha. No me dio vergüenza ajena el ir alli, si el observar a un abuelete encorvado que deberia estar en una merecida jubilacion y sin embargo ahí llevaba la gorra con los aros, menudo anacronismo, iba arrastrandose cogiendo vasos y yo recogi mi bandeja, aunque lo hubiera hecho de todos modos. Digamos que en los museos tambien se aprende de la cultura actual del pais... Mas que aviones y cohetes, entre los que ando muy verde, me intereso una reducida pero interesante colección de tesoros de la historia americana, rescatada de un museo que ahora mismo esta en obras, que atravesaba diversas epocas a traves de objetos iconicos, desde el sombrero de Lincoln hasta la rana Gustavo, pasando por simbolos cinematograficos como los chapines de rubi del Mago de Oz y los maduritos androides de Star Wars, cuya foto adjunto. Como sea que aproveche hasta las cinco y media, hora de cierre de todo el sistema Smithsonian, aun estuve por dos museos interconectados, las galerias Fleer y Shackler, especializadas sobre todo en arte asiatico, ahí como solo eran vasijas y cosas parecidas no es que hubiera muchos colegios desde luego, y por ello me permiti un respiro.
La cena de despedida en Bethesda se llevo a cabo en Mon Ami Gabi, un restaurante frances, casualmente cuando hoy vuelo con Air France y tambien podre degustar de una cena gabacha en pleno vuelo. Pero nada comparado con esa, con las mejores patatas fritas vistas por aquí, no en vano las llaman french fries, y un par de buenas tajadas de pollo, se que esto no tiene gracia excepto para ciertas personas que se reiran bastante, pero bueno, fue un excelente colofon, y ademas con perspectiva de futuro, ya que Paco y yo comentamos la ya estudiada posibilidad hacer una traduccion de mi novela El diez por ciento al ingles, que posiblemente iria bastante bien en una ciudad como San Francisco. No es que desee alcanzar el american dream, pero hay que explorar todas las posibilidades asi que Oli, si lees estas lineas, que sepas que tienes parte en el negocio. Finalmente, tras la cena dimos una vuelta por Barnes and Noble, una librería de cuatro plantas enfrente del restaurante, con el resultado de una buena adquisicion cada uno, tengo bastantes libros en ingles almacenados, me alegro por ello ya que voy a hacer efectivo mi boicot a la FNAC y necesito reservas.
Y se acabo. Pense incluso en aprovechar hasta el ultimo momento e ir al zoo a ver los osos panda, pero bastante sensacion de leonera ya me da esta habitacion cuando la observo, asi que aquí hemos terminado amigo mio se acabo. De capital a capital, y luego a la capital del antiguo reino. Espero que me perdoneis si os abandono, pero me queda una buena sesion de cabalgada encima de la maleta.
Mucho me va a costar escribir esta cronica, no tanto por pereza como por el hecho de que es la ultima que voy a relatar desde aquí, a menos que algun cataclismo no deseado me obligue a permanecer mas, factor que me desagradaria ya que el viaje ha sido perfecto hasta ahora y no hay ninguna razon para alargarlo, maxime cuando por azares de la vida voy a poder extender mi ociosidad por un mes en mi ciudad natal, y eso si que me satisface bastante.
Nadie espere tracas y fuegos en mi despedida, porque en el par de dias de los que he dispuesto a nuestro regreso de SF, me he limitado a hacer la misma ruta que tantos y tantos turistas que llegan a la capital del interior en pos de los monumentos de patriotica visita, o de todos esos autobuses amarillos que escupen a escolares de la misma manera en la que a nosotros nos llevaban a ver el museo del Prado o el cine IMAX en Madrid como si fuera el colmo de la modernidad. Mi primera jornada se baso mas en lo que se denomina el Federal Triangle, posiblemente el triangulo con mas poder del mundo. Y he de reconocer que al menos desde el punto de vista arquitectonico si que impresiona.
Comence por el obelisco en memoria de Whasington, hay que detallar que Estados Unidos es una nacion fundada en su mayoria por masones, no es dificil encontrar numerosos signos misteriosos y arcanos en los billetes y por todas partes, como este gigantesco pilar de reminiscencias egipcias que podria bien erigirse en vertice del triangulo. Hacia un lado se vislumbraba al fondo el memorial de Lincoln, separado por la piscina reflectante. De estructura parecida al Partenon, es solemne de austeridad y por la fuerza que desprende la majestuosa figura del presidente sentado, no se si se basarian en el Moises de Miguel Angel para esculpirlo, pero se diria que va a girar el rostro para observarnos de frente. Complete la triada de presidentes ilustres con el Jefferson Memorial, en forma de templo redondo hacia el cual se llegaba bordeando una laguna. He de remarcar a todo esto que hacia un calor mucho mas sofocante que en California, que a fin de cuentas tenia un clima mas mediterraneo, y la explanada del Mall, pese a las hileras de arboles plantados, no propiciaba mucha sombra a la cual resguardarse. Las distancias entre un monumento y otro eran mayores de lo que podria deducir del mapa, por lo cual tenia ya ganas de meterme en algun lugar fresquito. Al volver pase a cierta distancia de la Casa Blanca, aunque no me interesa mucho ni ella ni quien alli vive, y luego cogi la avenida de los museos, estrenando el momento Smithsonian. Mi primera parada fue el museo nacional de arte africano, en el cual destacaba una colección perteneciente a la Walt Disney Company con varias mascaras y figuras inquietantes cuanto menos. Luego rodee unos jardines de escultura al aire libre, y no precisamente de donnadies, sino que alli a la intemperie estaban plantadas como setas obras de Picasso, Miro, Rodin y un largo etcetera. No salia de mi asombro, pero aun me faltaba un edificio ilustre, ese que suele ser utilizado de fondo en los telediarios cuando realizan la conexión con esta ciudad, el Capitolio, hogar del Senado y la Camara de representantes, hacia alli me acerque, hasta las escaleras porque estas estaban cortadas salvo para grupos acreditados. A mi lo de andar me va por momentos, y aprovechando que pese a irme arrastrando estaba en racha, tire hacia arriba, para descubrir el downtown de la ciudad y coger algo de comer que mas bien iba a ser merienda. En un Starbucks estaba disfrutando de mis primeras zanahorias desde que me vine aquí, cuando, como una vision de futuro sin bola de cristal ni nada parecido, me vi aislado entre un grupo de colegiales multietnico que se puso a jugar a dar palmitas y otras cabriolas. Llegue hasta Dupont Circle y ahí ya cogi el metro hasta Bethesda, pero no seria mi ultima contacto con la capital, porque luego Paco me llevo, en coche claro, a visitar Georgetown y su universidad, donde el buen amigo del presidente, quien le bautizo como Ansar, suele dar una conferencia magistral de vez en cuando. Tambien paseamos por el puerto deportivo, no de mar sino del rio Potomac, aunque con tanta animacion como una version en miniatura de Fisherman’s Wharf. Tanto nos enrollamos que al volver a la ciudad nos habian cerrados todos los restaurantes, poco me importo porque yo ya no tenia donde caerme muerto y las ventajas de la pasta instantanea siempre son bien recibidas en esos casos.
Ayer volvi a introducirme en mi maquina del tiempo, pero esta vez no retrocedi diez anyos, sino quince. Estuve en cuatro museos, pero la mitad de ellos, pese a la seriedad que su misma designacion conlleva, podrian haber pasado por Disneylandia. Especialmente el de historia natural, pero es obvio. Animales y dinosuarios, un parque jurasico de huesos en el cual pude comprobar si los topicos sobre colegios yanquis eran ciertos, y entre aquellas manadas, todos con la misma camiseta de Trip to DC o algo asi, podian rescatarse varios prototipos que reconocia de haber estado toda mi vida expuesto al colonialismo cultural via TV primordialmente. La cosa no era muy diferente en del aire y el espacio. Ya para rematar fui a comer a McDonalds, por una cuestion pragmatica mas bien, queria comida que llenase sin entrar en cavilaciones sobre de que estaria hecha. No me dio vergüenza ajena el ir alli, si el observar a un abuelete encorvado que deberia estar en una merecida jubilacion y sin embargo ahí llevaba la gorra con los aros, menudo anacronismo, iba arrastrandose cogiendo vasos y yo recogi mi bandeja, aunque lo hubiera hecho de todos modos. Digamos que en los museos tambien se aprende de la cultura actual del pais... Mas que aviones y cohetes, entre los que ando muy verde, me intereso una reducida pero interesante colección de tesoros de la historia americana, rescatada de un museo que ahora mismo esta en obras, que atravesaba diversas epocas a traves de objetos iconicos, desde el sombrero de Lincoln hasta la rana Gustavo, pasando por simbolos cinematograficos como los chapines de rubi del Mago de Oz y los maduritos androides de Star Wars, cuya foto adjunto. Como sea que aproveche hasta las cinco y media, hora de cierre de todo el sistema Smithsonian, aun estuve por dos museos interconectados, las galerias Fleer y Shackler, especializadas sobre todo en arte asiatico, ahí como solo eran vasijas y cosas parecidas no es que hubiera muchos colegios desde luego, y por ello me permiti un respiro.
La cena de despedida en Bethesda se llevo a cabo en Mon Ami Gabi, un restaurante frances, casualmente cuando hoy vuelo con Air France y tambien podre degustar de una cena gabacha en pleno vuelo. Pero nada comparado con esa, con las mejores patatas fritas vistas por aquí, no en vano las llaman french fries, y un par de buenas tajadas de pollo, se que esto no tiene gracia excepto para ciertas personas que se reiran bastante, pero bueno, fue un excelente colofon, y ademas con perspectiva de futuro, ya que Paco y yo comentamos la ya estudiada posibilidad hacer una traduccion de mi novela El diez por ciento al ingles, que posiblemente iria bastante bien en una ciudad como San Francisco. No es que desee alcanzar el american dream, pero hay que explorar todas las posibilidades asi que Oli, si lees estas lineas, que sepas que tienes parte en el negocio. Finalmente, tras la cena dimos una vuelta por Barnes and Noble, una librería de cuatro plantas enfrente del restaurante, con el resultado de una buena adquisicion cada uno, tengo bastantes libros en ingles almacenados, me alegro por ello ya que voy a hacer efectivo mi boicot a la FNAC y necesito reservas.
Y se acabo. Pense incluso en aprovechar hasta el ultimo momento e ir al zoo a ver los osos panda, pero bastante sensacion de leonera ya me da esta habitacion cuando la observo, asi que aquí hemos terminado amigo mio se acabo. De capital a capital, y luego a la capital del antiguo reino. Espero que me perdoneis si os abandono, pero me queda una buena sesion de cabalgada encima de la maleta.
2 comentarios:
Buen viaje, Marco Polo!
R2D2!!!!
¡CITRIPIO!!!!
Mmmm... te envidio...
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