lunes, julio 14, 2008

PETER JACKSON (y III)


Dejaremos ya el tema TLOTR, que daría para mucho, suscribiendo el comentario que hizo Hopewell en la última entrega. Después de los once Óscar, que supongo le dieron más como un premio al esfuerzo por toda la saga que por la calidad de El retorno del Rey, Peter Jackson desarrolló el complejo de James Cameron. Sí, lo de ¡Soy el rey del mundo! (De este último aún estamos esperando su Avatar) No le costó nada escoger un nuevo proyecto. De hecho, su sueño de infancia siempre fue rodar una versión de King Kong. Ay, qué traicioneros resultan a veces esos deseos infantiles. Endiosado como estaba, le permitieron el capricho de hacer un juguete caro y largo, sobre todo muy largo. Os pregunto, ¿había necesidad en serio de hacer una versión de tres horas acerca de una historia que todos conocemos, y mucho más cómo acaba? Si lo que quería eran dinosaurios, tal vez podría haberse hecho cargo de la enésima secuela de Parque Jurásico. Porque la estética del videojuego llega al paroxismo en esa pelea entre dos tiranosaurios o algo así y King Kong. Y de repente, ¡voilá!, viaje espacio temporal a toda leche y ya estamos en Nueva York con el Empire State y todo lo de sobra conocido. No, una cosa es que esté dispuesto a sentarme tres horas por Tolkien, pero esta película se me hizo eterna, y menos mal que estaba Nacho a mi lado para amenizarla.
Visto lo visto, parece ser que el director vuelve al cine intimista, al de Criaturas Celestiales. Su último proyecto es la adaptación de la novela de Alice Sebold Desde mi cielo, que al parecer trata sobre una niña asesinada que narra su historia desde ultratumba. Algo muy onírico, supongo, en plan la película que he citado. Como sea, tengo el libro en el piso franco por si quiero echar una ojeada. No es necesario que diga, empero, que el proyecto que más espero de este hombre es en el que participa como productor. A ver si me salen todos de memoria: Fili, Kili, Dori, Ori, Nori, Balin, Dwalin, Oin, Gloin, Bifur, Bofur, el gordo de Bombur y Thorin Escudo de Roble. Por Libia, trece son, los enanitos de El Hobbit. Es el libro que me estoy releyendo ahora, con este dolor de culo poco más puedo leer. Tras la trilogía, la maldición del anillo se contagió a sus creadores. Comenzó una codiciosa y épica batalla entre Jackson, los herederos de Tolkien y New Line Cinema por un puñado de dólares. La productora, por cierto, se fue al carajo por ese bodrio de La brújula dorada, y al final Guillermo del Toro se ocupará de dirigir esta aventura que tan buenos recuerdos de infancia nos trae.
Del resto, también un proyecto conjunto con Spielberg, el Tintín. Yo nunca he sido un gran tintinófilo, pero me gustaría saber (asimismo también de El Hobbit) si se volverán a introducir personajes femeninos relevantes para ganar más sectores de público como ya se hizo en la trilogía del anillo. Mosquis. ¿Se estará especializando este hombre en adaptar a autores tenidos por misóginos, lo cual no quiere decir que lo sean? Quién sabe. Lo único claro es que la orientación sexual de Tintín y de Samsagaz siempre será un hervidero de rumores…
En fin. Termino aquí este sucinto repaso a la trayectoria de un tipo fascinante y desigual. Excesivo en muchas ocasiones. Ahora gordo, ahora delgado. Pero siempre de interés. Para el próximo día, o uno de estos, hablaré sobre el peligro que suponen las sandalias de playa cuando no se anda, ¡ah!, por la playa.

1 comentario:

Hopewell dijo...

¿Dolor de culo??????? Moskis...
Cambiando de tema... se me había olvidado King Kong en mi comentario del otro post, claro que bien puede ser que mi mente lo borrara de la idem después de semejante despropósito de película donde lo que más cantaba de toda la película no era la banda sonora sino los efectos especiales.